Resulta que a pesar de que en la Universidad de Guadalajara se destituyó al rector general, las actividades son las "normales" según reporta el rector sustituto, mientras que los niveles de arsénico en El Salto y la Zona metropolitana de la capital jalisciense son "normales" según la secretaría de salud. Habría que ver si la normalidad universitaria está en los mismos rangos de "normalidad" que los niveles de metales en las personas analizadas.
Al comparar los niveles obtenidos en sus estudios con los que habitualmente se obtienen en la sangre de mineros en otros estados del país, los funcionarios de esa dependencia no sólo cometen un error estadístico, pues se olvidan de que los niveles varían debido precisamente a que quienes trabajan en las minas deben tener contacto con metales. Cometen también un error de cálculo en cuanto a los niveles de inteligencia de los habitantes del estado, pues relacionar los niveles de arsénico de las habitantes de El Salto y de la ZMG con los de la población expuesta no es precisamente comparar dentro de la misma clase de referencia, así como tampoco logran convencernos.
Según el razonamiento del secretario de salud sería "normal" que la gente de los pueblos de Jalisco tenga los mismos niveles de metales en la sangre que quien trabaja bajo tierra expuesto a ellos. Para rematar, en su intención de hacernos creer que todo está bien y la salud está salvaguardada, simplemente porque "es normal", Gutiérrez Carranza vuelve a la lógica de Fox cuando señalaba que no era necesario hacer pruebas a las vacas para ver si tienen la enfermedad de las "vacas locas", pues si no se hacen pruebas es "porque no hay esa enfermedad".
Como el secretario de salud nos cree tan despreocupados por la salud como él, afirma, inmediatamente después de decir que no hay valores de referencia propios, que no es necesario gastar en más análisis ni de metales en la sangre ni de la calidad del agua "cuando todo está bien". ¿Para qué hacemos pruebas? No vaya a resultar que algo no es "normal".
En el caso de la Universidad de Guadalajara la afirmación de Marco Cortés parece ir en el mismo sentido: el que haya tantas carencias en el equipamiento, tantos retrasos en nuestras tareas como académicos y en las actividades y requerimientos de aprendizaje de los estudiantes también es normal. Tanta normalidad es de espantarse cuando en realidad deberíamos hacer algo para superar nuestros niveles de normalidad.
Ya se ve que es muy normal que la gente se muera por agua insuficientemente potable, que la gente no cuente con transporte público puntual y eficiente, que los estudiantes tengan mala ortografía y peor preparación profesional. También es normal que los agentes de tránsito se hagan de la vista gorda ante los automovilistas que estacionan sus autos en las banquetas para que con toda normalidad los peatones tengamos que bajarnos a que nos atropellen los autobuses que normalmente atropellan al menos a una persona al día.
En Jalisco los niveles de estulticia en diverso ámbitos son ya tan normales que pronto resultará muy normal que aumenten los niveles de desempleo hasta alcanzar la normalidad de otros estados con menos recursos. Así como resulta normal que las barcas se hundan por exceso de agujeros, cuando haya que rendir cuentas para nuestros funcionarios resultará normal que nos vayamos a pique por exceso de normalidad.
"Mesmamente" como muere de muerte "natural" quien ha sido acribillado. Con tantos impactos es natural que la gente se muera…
Carta publicada (con algunas modificaciones) en el periódico Público el jueves 25 de septiembre de 2008
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