¿Hasta cuándo seguirás manejando?
Una de las estudiantes más brillantes que he tenido en la
vida, Maaike Struick, murió atropellada en una avenida en los confines de
Guadalajara y Zapopan. Aparte de la tristeza que me causó la noticia, me ha
quedado grabado en la memoria lo que señalaba la nota en el periódico: “un
septuagenario” conducía el vehículo que la atropelló.
¿Son los
setenta años una edad en que merman ya los reflejos y las capacidades
perceptuales necesarias para manejar un automóvil? ¿Cuál sería el límite de
edad más sensato para evitar accidentes? Lo que nos lleva a otra cuestión:
¿cuál sería la edad para inicia a manejar?
Sabemos que
mientras más pronto comencemos a practicar determinadas habilidades, mejores
podemos llegar a ser. Pero también sabemos que cuando se es muy joven se asumen
más riesgos de los que asume un adulto con más experiencia. Así, comenzar
demasiado joven, puede derivar en más accidentes mortales para el conductor,
los ocupantes del vehículo y los que viajan en otros vehículos o que
simplemente pasan por ahí a pie, en bicicleta o esperan el autobús.
Para el
otro extremo del continuo de edad, la pregunta es pertinente: ¿conviene a ti y
a los demás que sigas conduciendo un automóvil después de determinadas edad en
que tus reflejos y fuerzas han menguado? ¿Qué tan peligroso se vuelve poner a
personas muy jóvenes o muy viejas detrás de un volante? ¿Qué recomendarían los
expertos en seguros de vida o de auto? Sabemos, al menos, que las compañías de
seguros cobran un deducible más alto si el conductor involucrado en un
accidente es menor de 24 años. Lo que no queda muy claro es cuál es la edad en
que ese deducible vuelve a subir después de los 24. ¿Convendrá que suba después
de los 65, que es la edad de la jubilación en muchas empresas?
Parte de la
respuesta a la pregunta de “¿hasta cuándo seguirás manejando?” quizá pueda
derivarse de cuáles son las necesidades de movilidad de cada persona. Hay
algunas personas que siguen trabajando después de los 65 años y que no tienen a
su disposición a algún familiar que los lleve y traiga o que los acompañe a su
lugar de trabajo en el transporte colectivo. Hay otros que ni siquiera tienen a
su disposición transporte colectivo y consideran más rentable seguir manejando
en vez de pagar a un chofer que los traslade al trabajo, a su casa, a sus lugares de reunión con amigos o
familiares, a lugares de recreación.
Es claro
que no porque una persona se jubile deberá permanecer recluida en su casa o
limitarse a los traslados a pie que le sean factibles en su barrio. Para las
personas que viven en ambientes urbanos complejos, como los cercanos a las
avenidas transitadas, llegar a determinada edad les limita la movilidad no
motorizada y algunos ancianos declaran que prefieren manejar para cruzar las avenidas
que intentarlo a pie, sea con o sin puentes peatonales, pues les resulta más
difícil.
La pregunta
puede extenderse no sólo hacia los más jóvenes: ¿qué tan seguro es conducir un
automóvil frente a la alternativa de caminar o pedalear por la ciudad? En buena
parte de los accidentes, los más afectados, ya sea en cuanto a morbilidad o mortalidad,
son los que no van a bordo de un vehículo, es decir, los peatones o los
ciclistas. Estos no cuentan con un caparazón de metal, vidrio, plástico y
bolsas de aire que los proteja. Mientras que los que viajan en vehículos suelen
salir menos lastimados, a menos, claro está, que no traigan el cinturón de
seguridad y acaben por salir del vehículo y herirse o morir con el impacto
dentro y fuera del vehículo.
¿Qué
condiciones tienes que afrontar a tu edad? Como chofer de un vehículo de motor,
¿has practicado lo suficiente y has estudiado las posibles situaciones y cómo
evitar accidentes? ¿Realmente es necesario ese viaje que vas a realizar?
¿Pueden confiar en ti, a pesar de tu juventud o de tus muchos años, los
pasajeros que ocupen el vehículo mientras tú lo conduces? ¿En qué condiciones
de distancia, iluminación, terreno, tamaño del vehículo, dimensiones del
camino, velocidad, puedes confiar en que podrás reaccionar adecuadamente?
¿Tienes
alternativas que te permitan moverte por la ciudad o por tu barrio sin que
tengas que conducir tú mismo un automóvil? La pregunta que queda abierta para
las políticas públicas, que han preferido concederte licencias hasta que dejes
de solictarlas, en vez de establecer una edad límite, es: ¿desde y hasta qué
edad es epidemiológicamente sensato dejar que conduzcan las personas?
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