Si no es este semana, ya será este año o el que sigue. El
hecho es que la probabilidad de que choques en tu vehículo habitual con otro
vehículo que transita por las mismas calles y avenidas es mucho más alta que la
probabilidad de que te impactes con un vehículo que se utiliza en puntos de la
geografía que no frecuentas. Una de las razones por las que todavía no has
chocado con el vehículo de la casa de al lado consiste en el hecho de que
normalmente manejas despacio los primeros cientos de metros. Si no lo haces,
deberías.
Manejar despacio durante un par de cuadras no sólo te ayuda
a que hacer los últimos ajustes en el asiento, los espejos retrovisores, tu
peinado, el cinturón de seguridad, te da tiempo para rascarte las “patas de
gallo”, sino que evita que se force demasiado el motor de tu automóvil por
falta de lubricación. Al menos eso dicen algunos que se dicen expertos en
mecánica. También evita que choques muy pronto en tu trayecto. Ir despacio te
permitirá frenar cuando veas el vehículo del vecino loco que vive a tres
cuadras de tu casa y que cruza a 60 kilómetros por hora la calle por la que
avanzas.
Quizá no chocarás con ese vecino, pues ya anticipas
encontrarlo cada mañana más o menos en el mismo punto de tu recorrido. Ya sabes
que si no es en la esquina de tu calle, lo encontrarás unos minutos más allá,
en el primer crucero con semáforo, en el que, indefectiblemente, ambos tendrán
que detenerse.
Lo que puede pasar es que choques con un vecino que algún
día tenga que cambiar su hora de salida, por alguna emergencia surgida en su
trabajo, en su familia o en su propia salud. O porque seas tú quien cambie su
rutina y tenga que levantarse más temprano, o reincorporarse a esa rutina
después de unos días de viaje fuera de tu berrio o de unos días de descanso.
Una ventaja de ese choque con el vecino (o la vecina) es que, aunque ya no
alcancen a frenar ninguno de los conductores de esos vehículos, al menos el
impacto será a velocidad moderada y los daños no serán tan graves como para
sacar de circulación de inmediato a alguno de los vehículos.
Una razón más para que, cuando choques, sea con un vehículo
de alguien que reside cerca de tu casa, es que la mayor parte de los trayectos
en vehículo, dentro de las ciudades, suelen ser de poca distancia. ¿Qué tan
lejos vives de tu trabajo? ¿Cinco, diez, quince, veinte kilómetros? ¿Qué tan
lejos está la escuela de tus hijos o en la que estudias?
Desafortunadamente, entre la percepción de que el auto es la
opción a elegir cuano se tiene prisa, y el hecho de que la mayor parte de la
gente prefiera trasladarse sentado en un vehículo de motor que caminar o
pedalear, buena parte de las decisiones de movilidad en las ciudades
privilegian el uso de vehículos de motor cuando estos no son indispensables. A
veces la decisión se basa en la necesidad de llevar a otras personas.
Aun
cuando una persona joven o adulta sería capaz de caminar determinada distancia
cada mañana (digamos entre uno y cinco kilómetros), el traslado se complica si
hay que llevar a bebés, niños, ancianos o determinados objetos de un punto a
otro de la ciudad. Lo que aumenta la probabilidad de que haya choques entre los
vehículos en los que se trasladan esas personas, en especial si todas tienen
prisa por llegar a sus destinos, presionados por los horarios de inicio de
actividades.
Hay ocasiones en que las personas deciden trasladarse en
vehículos de motor porque los caminos por los que podrían trasladarse a pie o
en bicicleta no ofrecen las mejores condiciones. O las superficies son
irregulares y peligrosas (alcantarillas abiertas, zonas en las que se hacen más
angostas y hay que ir por el arroyo en que transitan los vehículos, o hay
terrenos baldíos y escondites posibles para potenciales ladrones o agresores),
o no hay suficiente iluminación por las mañanas o por las tardes y noches, o las
probabilidades de que las personas sean agredidas verbal o físicamente son
también altas. Los riesgos de agresión suelen ser, al menos en buena parte de
las ciudades latinoamericanas, todavía más altos para las mujeres y cuando las
agresiones son en contra de hombres, los riesgos de violencia y de
enfrentamiento son mayores para los hombres (con desenlaces fatales en muchos
casos).
Así que tú y muchos otros habitantes de las ciudades acaban
por decidir trasladarse en automóvil, aunque el viaje sea de unas cuantas
cuadras. Entre quienes deciden ese traslado en vehículo de motor, se encuentran
otros vecinos tuyos. Y cada día que se mantienen esas condiciones de las
superficies, de los trayectos, de ineficiencia del transporte colectivo, de
diseño de vialidades, aumenta la aspiración tuya y de tus vecinos de
trasladarse sentados en vez de hacerlo caminando o pedaleando.
Con lo que aumenta
la cantidad de vecinos, ya sea en la casa de al lado o a unas cuantas cuadras
más allá, que dedican buena parte de sus horas de trabajo y de sus ingresos al
pago de un vehículo con el que luego irás a estampar tu vehículo. Lo atestiguan
las cuadras y cuadras atestadas de vehículos de tus vecinos, con quienes no te has
puesto (ni te pondrás) de acuerdo para trasladarte en determinados momentos a
determinados destinos. Ya sea formalmente estacionados o inmóviles pero con los
motores encendidos, tu vehículo y los de los vecinos contribuirán a la
contaminación del ambiente, tomarán metros cuadrados de la ciudad, generarán
retrasos y…más choques.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario