En una metrópoli como la que rodea a
Guadalajara, cada día se añaden al parque vehicular unos 320 vehículos. Lo que
significa que cada semana equivalen a 2,240 a la semana. Si el comprador
adquiere el automóvil en la primera semana enero, para cuando llegue la segunda
quincena de diciembre tendrá que competir por el espacio de las calles con
otros 11200 vehículos (320 x 7 x 50). Y eso deriva en una consecuencia: el
vehículo que esperaba que sería veloz por las calles, se encontrará, sea chico
o sea grande, con otros muchos vehículos chicos y grandes que le estorbarán el
paso y reducirán su velocidad… O, dicho de otro modo, harán más lento llegar de
un lado a otro en un automóvil que se anuncia dotado de un motor que le permitiría
llegar (si hubiera el espacio suficiente) a los 100 kilómetros por hora en unos
cuantos segundos. Pero eso rara vez sucede en metrópolis como Guadalajara y
Ciudad de México, las que ya se pueden dar el lujo de presumir que pocos de sus
accidentes automovilísticos, que impliquen choques entre dos automóviles,
resultan mortales. La buena noticia es que no hay muertos porque todos deben
circular muy despacio. El promedio de velocidad en Guadalajara es de 9
kilómetros por hora en automóvil y de 11 kilómetros por hora en autobús. Más o
menos lo que hace un corredor a pie para recorrer esa misma distancia.
Pensemos en
otro posible consumidor. A éste se le ocurre que no quiere gastar tanto dinero
como el comprador del automóvil y opta por utilizar el transporte público y,
cuando se sienta con ganas de pedalear y de sentirse a sus anchas, andar en
bicicleta. Se compra una bicicleta muy bonita y muy bien equipada, hasta
guantes, casco, pantalones de licra y chaleco reflejante. Y se gasta $15,000.
No gastará en estacionamiento, así que decide comprar un par de buenos candados
para que no le roben la bicicleta del estacionamiento de su trabajo o de algún
otro lugar al que vaya. A comer a algún restaurante, por ejemplo. Invierte
$1,500 pesos más en dos candados muy sólidos. A lo mejor tendrá que llevar a
parchar las llantas de su bici de vez en cuando, en vez de hacerlo él mismo.
$10.00 por ca ocasión. Digamos que es un ciclista que transita por calles en
las que hay objetos que pueden ponchar las llantas una vez cada dos meses. Ya
son $60.00, más una revisión mec ánica, lubricación y limpieza
al año. Más o menos $250 pesos. Total. Este ciclista gastará $16,816 el primer
año de uso de su bicicleta. Con ella podrá transitar, con calma y precaución, a
15 kilómetros por hora en promedio.
El
propuetario del vehículo de $200,000 pesos tiene que trasladarse a 15
kilómetros de su casa para llegar al trabajo. Y lo hace sentado, mientras el
motor de su autómovil gasta gasolina (que antes era dinero que antes fue tiempo
de trabajo). A 9 kilómetros por hora de velocidad promedio, tarda una hora y
media en llegar a su trabajo. Y de regreso otr hora y media. Se pasó,
incluyendo el tiempo de estacionar el auto al llegar al trabajo y a su casa,
tres horas en su vehículo. Y no iba muy contento que digamos, pues a pesar de
traer aire acondicionado, radio, asientos mullidos y un cierto olor a nuevo o a
añoso, según sea el caso, había, SIEMPRE, muchos autos estorbosos, con personas
si le pitaban si se distraía hablando o mensajeando por su computadora de mano
con teléfono incluido… o que tenían conductores tontos que, por estar con algún
aparatito en mano le estorbaban cuando quería arrancar. Esa semana se
trasladará cinco veces a su trabajo. Y la cosa se mantiene bastante constante:
9km/h, una distancia que no varía mucho a pesar de probar distintas rutas y al
final de cuentas 15 horas a la semana en automóvil.
Quien creía
que sería envidiado por traer vehículo nuevo comienza a envidiar al ciclista
que lo rebasa en algún momento de su traslado. También éste va a 15 kilómetros
de su casa, todos los días. El ciclista llega en una hora. Sin radio, sin aire
acondicionado, sin olor a nuevo o a añoso… y sin vehículos que ocupen los
primeros lugares frente al semáforo, pues pued erebasar a los automóviles que
esperan en cada esquina a que cambie alguna luz, de rojo a verde. Hace una hora
de viaje al trabajo. Y utiliza 15 minutos en acicalarse al llegar (hay algunos
afortunados que cuentan con regadera en su lugar de trabajo y podrían usar esos
mismos 15 minutos incluyendo la ducha). Cinco veces a la semana, ida y vuelta:
10 horas de pedalear. Tiene 5 horas más para otras cosas como trabajar, ver a
su familia y amigos. Y tiene la envidia de quien tiene deudas qué pagar por la
adquisición de un automóvil, seguros, combustible, estacionamiento, choques,
raspones, lavado…
En un año, suponiendo 45 semanas
anuales de trabajo, el automovilista pasará 675 horas adentro de querido
carrito. El equivalente a 28 días. Es decir. Sería como si se pasara todo el
mes de febrero sin salir de su automóvil. Mientras tanto, el ciclista gastará
mucho menos dinero y pasará mucho menos tiempo en el camino. 450 horas al año
para ir al trabajo. Es decir, unos 19 días al año. Poco más de una quincena de
pedalear. ¿Qué harán los dos en sus vacaciones? Probablemente querrán… pasear
en bicicleta por la ciudad, además de muchas otras actividades. Si ambos
tuvieran el mismo sueldo, la diferencia, después de un año, será abismal en
cuanto a la cantidad de horas que debieron trabajar para pagar sus “trenes( (o
vehículos) de vida. El automovilista gastaría $240,000 pesos para pasar 675
horas en el vehículo. Lo que equivale a $355 pesos la hora de estar en su
vehículo (el primer año). El ciclista gastarría $16,816 en 450 horas. El primer
año, cada hora de pedalear le costaría $37 pesos. ¿Será 10 veces más productivo
ése a quien le cuesta 10 veces más su traslado cotidiano?
Si los dos
compradores hipotéticos, pero con datos reales para esta metrópoli, ganaran
$30,000 mensuales, el automovilista estaría gastando $300,000 - $240,000 y
tendría un remanente para comer, ir al cine, comprar juguetes y divertirse de
$60,000 al año. Mientras tanto, el ciclista tendría $283,184 que bien podría
utilizare en pagar colegiaturas, comer bien, tomar algunas vacaciones, e incluso,
de vez en cuando, para tomar un taxi que no tendrá que estacionar y al que no
le pondrá combustible.
La verdad,
prefiero seguir entre quienes somos envidiados por tener bicicleta y mucho más
tiempo disponible.
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