lunes, 27 de julio de 2015

Tanto tiempo perdido, tanto tiempo ganado




Entre mis aficiones más notables entre mis amigos y familia se sitúan los libros y las bicicletas. Ésta bien ganada fama, en realidad está vinculada con la lectura y con la libertad que da pedalear una bicicleta. Así como hubo una época en que, al verme leer, algunos pensaban que leía de puro aburrimiento durante las esperas, en realidad lo que hacía era disfrutar de los tiempos que quedaban entre una actividad y otra.
Alguna vez, llegar a un banco en bicicleta y encadenarla afuera y a la vista, al sacar mi libro de la mochila y ponerme a leer sentado en los sillones de la sala de espera (con un ojo a la bici y el otro a la lectura), me valiido por unos primos cialmente diseñado y construci, luego en el asiento m en bicicleta pedaleando por ellos mismos.ce haber sidoó para que me atendieran más rápido: “¿quido por unos primos cialmente diseñado y construci, luego en el asiento m en bicicleta pedaleando por ellos mismos.ce haber sidoé puedo hacer por usted?", me interpelaron. Un sujeto "loco" que llega en bicicleta y que además lleva un arma tan sospechosa como un libro, ha de ser, si no un asaltabancos o un terrorista financiero, al menos un sujeto indigno de esta sociedad de consumo, parece haber sido el reflejo del empleado bancario.
Durante los años de jardín de niños de mis hijos, los llevé en el asiento para niños que se sujeta en la bici, luego en el asiento más un remolque. Posteriormente, en un trciiclo que yo conducía mientras ellos miraban hacia atrás en un asiento especialmente diseñado y construido por unos primos de manos diestras y habilidades para soldar. Mi esposa recuerda todavía cuánto tiempo dedicamos los primos, mis hijos y yo, al diseas dedicado!" mpo que le hab de nuestra casa. ", al diseecuerda todavto m en bicicleta pedaleando por ellos mismos.ce haber sidoño, selección del triciclo, opciones, pintura, ajustes, detalles, del que llamamos “vehículo nuevo”, que acabó siendo robado de la cochera de nuestra casa. “¡Todo el tiempo que le habas dedicado!" mpo que le hab de nuestra casa. ", al diseecuerda todavto m en bicicleta pedaleando por ellos mismos.ce haber sidoías dedicado! ¡Es tan injusto que se los robaran!", exclamó mi vecino cuando se enteró del robo. “Y el tiempo que pasaban en el trayecto a la escuela y de regreso”, añadió
Como mis hijos también tienen bicicleta, espero que algún día puedan lograr el equilibrio y las habilidades viales para que puedan ir a la escuela en bicicleta pedaleando por ellos mismos. Y confío en estar en condiciones de acompañarlos en bicicleta algunos años más, en vez de llevarlos en coche, como ahora que su escuela primaria está más lejos que el jardín de niños y que no hemos sustituido el triciclo.
Como dejo el coche junto a la escuela para la hora de recogerlos de ella, algunos de mis amigos me preguntan: “¿y cuánto tiempo te toma regresar desde allá? ¿Y cómo regresas por ellos?”. Cuando les digo que caminar, trotar o correr los cinco kilómetros de regreso a casa me da la oportunidad de pedalear esos cinco kilómetros cuando vaya por los hijos, parecen sorprenderse de cuánto tiempo “pierdo” en transporte. Y a eso no le suman, pues no lo saben, el tiempo que dedico a revisar, limpiar, acomodar, las bicicletas mías y de mis hijos. Sólo a mi esposa le da risa el tiempo que les dedico a dejarlas en estado presentable: “ahí se ve el tiempo que les dedicas a tus aficiones, incluidas ahora las bicis de tus hijos”, declaró alguna vez que me vio afanado en sacarles brillo.
En realidad, pedalear como ciclista urbano entre semana con rumbo a mi trabajo y otras actividades, me da la satisfacción múltiple de no contaminar con un vehículo de motor, de no perder tiempo a la espera de un autobús, además de ganar tiempo y mejores perspectivas mientras me traslado en un vehñiculo silencioso, que disfruto durante los traslados y que me permite ahorrar tiempo de traslados, de estacionamiento, de espera en los embotellamientos. Todo ese tiempo que utilizo en pedalear es tiempo de disfrute aun cuando soy un ciclista extremadamente precavido y estoy consciente de que que no puedo ir rápido ni siquiera en las vialidades en las que, si fuera en coche, los demás rspetarían mi derecho de paso, pero que no respetan cuando ven que tan sólo viene “una bicicleta”. Así que los traslados en bici los hago especialmente lentos porque voy más alerta todavía que en carro, y aun así, me toman menos tiempo que si fuera deteniéndome ante cada obstáculo que representa el coche de enfrente.
Los ciclistas tenemos escasos obstáculos si consideramos que los coches estorban, pero estorban menos cuando están en el alto del semáforo y estorban mucho menos a los ciclistas que a los otros conductores de vehículos. Así que al pedalear estoy consciente de que disfruto esos minutos u horas de pedaleo y a la vez no tengo que trabajar muchas más horas para pagar por ser esclavo de la marca del automóvil que otros sí pagan ni por el combusitible que han de ponerle a sus reducidos habítaculos caros. Incluso lavar la bicicleta toma como sesenta veces menos tiempo que lavar un automóvil. Tiempo ganado en pedalear y lavar una bici, en vez de perderlo en conducir, esperar, estacionar, llenar el tanque, trabajar para pagar los costos del vehículo… Lo que siempre dejará más tiempo para leer y otras actividades menos contaminantes.
Así, mis horas de traslado me dejan más fresco y descansado, con menos deudas y dejo menor huella de carbono a mi paso. Creo que incluso el planeta acaba por ganar tiempo gracias a mi bicicleta y a los otros ciclistas de la ciudad en la que me muevo. El planeta y sus recursos  durarán más a las generaciones por venir gracias a nuestro disfrute ciclista y literario actual…






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