viernes, 13 de julio de 2012

Estado actual de la revista ESTUDIOS SOCIALES (13 de julio de 2012)


Mtro. Pablo Arredondo Ramírez
“Rector” del CUCSH
Universidad de Guadalajara
P R E S E N T E

Guadalajara, Jalisco, 13 de julio de 2012
ASUNTO: revista Estudios Sociales 2011 y 2012

Con fecha 14 de diciembre de 2011 le envié a usted una propuesta de fechas para la aparición de los números 8 al 12 de la revista Estudios Sociales. Su aceptación tácita de esa propuesta de fechas no se ha correspondido con las acciones pertinentes y las fechas señaladas no se han cumplido a cabalidad. Además del número 8 (que apareció meses después de la fecha señalada), no han aparecido los siguientes números, correspondientes a los años 2011 y 2012. Reitero aquí las fechas propuestas en aquella ocasión:
·        Viernes 13 de enero de 2012 (entrega del número 8; primer semestre del 2011; ya está diagramado y listo para su impresión y para ser subido a internet);
·        Viernes 9 de marzo (entrega del número 9; segundo semestre del 2011; se entregó hace varias semanas a la secretaría académica del CUCSH);
·        Viernes 14 de junio (entrega del número 10; primer semestre del 2012; enviaremos el material a edición, diagramación e impresión en cuanto recibamos los ejemplares impresos de los números 8 y 9);
·        Viernes 17 de agosto (entrega del número 11; segundo semestre del 2012; enviaremos el material a edición, diagramación e impresión en cuanto recibamos los ejemplares impresos del número 10);
·        Viernes 19 de octubre (entrega del número 12; primer semestre del 2013; enviaremos el material a edición, diagramación e impresión en cuanto recibamos los ejemplares impresos del número 11).
El material correspondiente al número 9 de la revista se entregó en la secretaría académica del centro en el que usted funge como “rector” desde agosto de 2011. Como podrá usted notar en caso de leer con atención, la NUEVA fecha en que debió estar publicado ese número ya es historia pasada, al igual que la fecha en que debió publicarse el número 10. Cabe señalar una vez más, que los números 8 y 9 debieron aparecer en 2011 y que los números 10 y 11 ya deberían estar listos para estas fechas del 2012. Nuestra intención ha sido, le reitero, presentar la revista al inicio de los semestres correspondientes, para lo cual hemos realizado esfuerzos durante años en coordinación con los autores y dictaminadores que colaboran con la revista. Desafortunadamente, le señalo que TIENE USTED UN MARCADO RETRASO en sus gestiones, lo que me confirma el Dr. José María Nava al señalar que “de arriba” no le autorizan los fondos para la diagramación de la revista, y ello a pesar de que él mismo se comprometió en febrero de 2012, ante mí y varios miembros del consejo de redacción, a que ésta aparecería sin interrupciones a partir de esa reunión.
Reiteradamente le he hecho notar a usted como “rector” y al Dr. José María Nava como secretario académico del centro universitario, la importancia de que podamos dar una respuesta a los autores y a los coordinadores de las secciones temáticas. Le he pedido que proponga alguna respuesta que incluya fechas de aparición de esta revista creada a principios de los años ochenta por el Dr. Manuel Rodríguez Lapuente, director a la sazón del Instituto de Estudios Sociales (IES) de la Universidad de Guadalajara. La revista, me permito informarle, fue de las primeras en aparecer sobre estas disciplinas en la mencionada casa de estudios, aunque es probable que usted no lo supiera antes o haya optado por fingir ignorarlo, al igual que hizo por ignorar y descalificar el trabajo realizado por los académicos del IES, cuyo nombre cambió en los años noventa a Departamento de Estudios de la Cultura Regional. Los autores no han recibido respuesta de parte las autoridades de nuestro centro universitario y le he señalado por escrito en varias ocasiones que, de no publicarse a tiempo esos materiales, estaríamos arriesgando la posibilidad de entrar en el padrón de CONACYT. Esa información, y el hecho de que yo le informara que algunos autores habían decidido retirar sus trabajos, no sirvieron para que usted aceptara entrevistarse conmigo ni para fijar alternativas ni siquiera de parte del secretario académico, quien declara que depende de la autoridad del rector del centro para esa decisión. Ante esto, sugerimos a los autores encaminar parte del material a otras revistas fuera de la Universidad de Guadalajara. Han aparecido dos números de revistas universitarias alimentados por material que originalmente se envió a Estudios Sociales de la Universidad de Guadalajara, al igual que un libro, debido a que usted se ha negado, con su hermetismo, a apoyar a la mencionada revista, a pesar de mis solicitudes o de las realizadas por los miembros del consejo de redacción desde 2011.
En consecuencia, muchos de los textos que debieron aparecer en los números correspondientes al 2011 y 2012 se han publicado fuera de la Universidad de Guadalajara. Ello refleja, a mi entender, la falta de respeto que usted ha mostrado para el trabajo académico de los autores dentro y fuera de la universidad de Guadalajara, además de su desconocimiento de lo que son las funciones sustantivas de la universidad.

Uno de los mensajes de un coordinador de sección temática señala (y cito):
Estimados Colegas, por respeto a los autores que han participado con sus trabajos, necesitamos dar una explicación. Y decirles si estos trabajos van a ser publicados o no. Me he visto en la necesidad de dar constancias de que he recibido sus trabajos para publicación. No sólo en México sino con otros colegas de Argentina, Brasil, Venezuela, a quienes hay que hablarles con la verdad. Espero su apoyo. Es urgente, ya que me reclaman constantemente.

Le he hecho llegar ése y similares mensajes a usted y al secretario académico, informándoles que más de un centenar de autores se encontraban en esa situación en el año de 2011. El número de autores cuyo material está pendiente se ha reducido porque han retirado sus textos para enviarlos a otras revistas fuera de la U. de G; mientras tanto, ni usted ni el secretario académico han señalado salida ni alternativa alguna, además de retrasar la aparición de la revista.
Cabe señalar que la revista se ha visto afectada por su decisión (que ha sido calificada de “obcecación” y “obsesión” de parte de otros funcionarios de la universidad) de desaparecer el ya mencionado departamento de estudios de la cultura regional (DECUR).
Su decisión, que no se basa en diagnóstico de acceso público alguno, sino en lo que aparenta ser un mero capricho personal, se ha reflejado en el dictamen número CE/CN/101/2011, de fecha 8 de diciembre de 2011, turnado a las Comisiones Permanentes Conjuntas de Educación, de Hacienda y de Normatividad, tras un año de insistir en la urgencia de que aparezca la revista Estudios Sociales. En él, se argumenta sin tomar en cuenta lo que los expertos en estadística llaman “la clase de referencia”. Como usted no tiene idea de lo que connota la expresión, le explico brevemente en qué consiste. Para hablar de un caso, es necesario contextualizarlo en el conjunto de los casos similares. De tal modo, al decir que los académicos de determinado departamento no tienen horas de docencia, habría sido sensato contextualizar cuál es el conjunto en el que se inserta el “caso” de ese departamento: ¿cuál es la cantidad y la proporción de académicos que cubren  horas de docencia en todo el centro universitario? ¿Cuáles son esas cifras para cada departamento? ¿Cómo se dan las proporciones para toda la Universidad de Guadalajara y para otras universidades en el país? Es una evidente falacia fundamentar una decisión de esa magnitud, que desaparece de un plumazo a la primer dependencia dedicada a la investigación en la U. de G como fue el IES y recientemente denominado DECUR. Desconocer mañosamente la clase de referencia (profesores con docencia para cada departamento), se corresponde con su negativa a presentar el diagnóstico y el supuesto plan de reestructuración del centro universitario, a pesar de las solicitudes que le hemos presentado a usted directamente y en “transparencia” de la U. de G.
De hecho, la supuesta información respecto a las horas de docencia que cubrían los profesores del DECUR es bastante sospechosa cuando se toma en cuenta que usted  no dispone de una fuente confiable de información, como se deja ver en el hecho de que recientemente se nos haya llamado a varios profesores del departamento de sociología (al que estoy adscrito desde el 16 de abril de 2012) para señalarnos que “no cumplimos” con nuestra carga horaria según la información con la que cuenta la administración de personal y escolar del centro que usted “dirige”. De hecho, ese “incumplimiento” se debe a un notable subregistro (en mi caso, del 75%) de la cantidad de asignaturas y horas que atendemos los profesores de ese departamento. Si en el resto de los departamentos del Centro Universitario de Ciencias Sociales e la Universidad de Guadalajara existe esa misma tasa de subregistro, no es de extrañar que no se haya dado a conocer en el dictamen de desaparición del DECUR, pues no sólo no conoce las cifras reales, sino que las utiliza para amedrentar a los profesores señalándonos que no cubrimos con nuestras cargas horarias de docencia cuando en realidad sí lo hacemos.
Incluido en ese dictamen de desaparición del DECUR hay una cláusula que podrá no ser tan famosa como la tesis que lleva el mismo número escrita por el renano Carlos Marx a propósito de la filosofía de Ludwig Feuerbach, pero para usted en concreto implica una obligación más perentoria. La cláusula “11” de ese dictamen señala “Que la revista Estudios Sociales que atiende el Departamento, también puede seguir su cauce y desarrollo sin que sea necesaria la adscripción al DECUR”. De tal modo, esa frase de un dictamen sometido por usted y su equipo al Consejo General Universitario, reitera la obligación que tiene usted de apoyar la aparición de la revista.
Le repito, por enésima vez, que el material del número 9 de la revista ha estado en sus oficinas desde hace casi un año, y usted ni ha apoyado su publicación, como debería, ni ha ofrecido fechas alternativas. Ello ha significado que una de las más antiguas publicaciones (que ya no es periódica) de la Universidad de Guadalajara perdiera la posibilidad de entrar al registro de CONACYT y a otros índices de revistas, además de que ha contribuido a que la misma universidad pierda prestigio en los ámbitos local, regional y nacional y además en el ámbito académico internacional por el hermetismo de las supuestas “autoridades” de cuando menos uno de los centros universitarios.
El dictamen mencionado arriba tiene paralelos en otros casos dentro del CUCSH. ¿Qué ha pasado, por ejemplo, con la supuesta creación de una “cineteca” como pretexto para la súbita desaparición del Centro de Investigaciones y Estudios Cinematográficos que se ubicaba en el mismo edificio que el DECUR (Juan Manuel 130, Guadalajara-Centro)? ¿Debemos tomarlo como uno más de los ejemplos de su argumentación falaz para “legitimar” sus decisiones arbitrarias ante el Consejo General Universitario y quienes trabajan o estudian en la Universidad de Guadalajara? ¿Qué ha pasado con mis solicitudes de información respecto a qué otros departamentos y dependencias del CUCSH seguirían vigentes tras la aplicación del supuesto plan de reestructuración para que los académicos del DECUR pudiéramos decidir/proponer a qué departamentos podríamos cambiar nuestra adscripción?
Cuando se menciona el supuesto respeto a los derechos de los trabajadores en el dictamen de desaparición del DECUR parece que se olvida que en ningún momento se nos dio a conocer a quienes trabajábamos en ese departamento, el “diagnóstico” que llevaría a ese tratamiento fatal. En el contexto de la “reestructuración” del centro universitario, para la que no existe plan escrito, usted mismo ha informado que se han perdido (al menos) 52 plazas de académicos y 37 de personal administrativo. Algunas de ellas se han “perdido” porque algunos de los trabajadores han optado por jubilarse, tanto de los que trabajaban en el DECUR como en otras dependencias, algunos de ellos porque en la oficina de personal del CUCSH les han informado que no tienen cabida en otras funciones. Y el hecho de que no se hayan recuperado es muestra adicional de que usted no ha tenido la capacidad de gestionar que se cubra, con nuevo personal capacitado y adecuado, con las funciones que dejaran quienes cubrían esas plazas.
A lo largo de este año en que usted se ha negado a apoyar a la revista Estudios Sociales por su intención de desaparecer el departamento en que estaba adscrita, se ha negado a informar acerca de diagnósticos y planes para todo el CUCSH, y se ha negado también a entrevistarse conmigo como director de la revista, con los miembros del consejo de redacción y con varios de los académicos y administrativos del DECUR y otros departamentos. Incluso se sabe que ha prometido el establecimiento de dependencias alternativas, para luego incumplir con su palabra, lo que le ha valido que se le califique con algunos mexicanismos que hacen referencia, los menos, al trabajo culinario, y los más, a algunos personajes míticos cuyos nombres suelen aplicarse a quienes no cumplen con su palabra. A lo largo de este año, algunos funcionarios me han expresado su temor, en caso de cumplir ellos con su trabajo como marca la normatividad, a perder el empleo a raíz de alguna iracunda decisión de parte de usted en el sentido de retirarlos del cargo.
De seguir incumpliendo con sus funciones como marca la normatividad, convendría que usted renunciara al cargo de rector de este centro universitario y lo dejara a alguien con deseos de servir, con capacidad y conocimiento y que no se dedique a reprimir, menospreciar e ignorar a los trabajadores administrativos y académicos a los que, por normatividad, está obligado a apoyar. A su falsa creencia de considerarse “jefe” de aquellos a quienes debe servir, se añade su irresponsabilidad de no documentarse acerca de cuáles son sus funciones según la normatividad y el hecho de burlarse cotidianamente, con su hermetismo y su falta de respuesta oficial, del trabajo ajeno.
De no publicarse antes de las vacaciones de verano de 2012 de la U. de G. los números correspondientes al 2011 y 2012 de la revista Estudios Sociales (revista que no sólo forma parte de la función de DIFUSIÓN que marca la normatividad, sino que usted ha descalificado explícitamente diciendo a uno de los miembros del consejo de redacción que ya hay muchas revistas en el CUCSH y que no importa que a ésta no se le apoye), considero conveniente que las instancias correspondientes en la Universidad convoquen a una consulta amplia y concienzuda acerca de quién y cómo deberá cubrir adecuada y legítimamente el puesto de rector del centro universitario de ciencias sociales y humanidades de la Universidad de Guadalajara. Es decir, alguien que cumpla con entusiasmo y dedicación con las funciones que marca la normatividad. Lo que ha quedad en claro es que las tres personas que han cubierto previamente este cargo lo han hecho mejor que quien lo ocupa en la actualidad.
Convendría que llegara alguien que sí pueda y sepa cumplir con las tareas de rector de este centro universitario, y además con las ganas de aprender que se requieren para esta función. Sobre todo, con la voluntad para cumplir con su parte del trabajo en una institución que requiere la constante cooperación y comunicación entre quienes laboran en ella.
A lo largo de este año, ha dejado usted en claro que no tiene usted ni la autoridad moral, ni el conocimiento de lo que es la actividad académica, ni las capacidades y habilidades de comunicación y administrativas necesarias para fungir como rector de un centro universitario de una casa de estudios de la importancia y trayectoria de la Universidad de Guadalajara en Jalisco y en México, además de las que tiene ésta en el mundo académico internacional. En concreto, aun cuando usted no lo reconozca, su falta de respuesta, de apoyo, de apertura y de capacidad durante (al menos) el último año, durante el cual no ha podido cumplir con las funciones a las que se vio comprometido por la salida intempestiva de este cargo del actual rector general, el Dr. Marco Antonio Cortés Guardado, se han convertido en un lastre para nuestro centro universitario y nuestra universidad en su conjunto. Entiendo que también este alegato de mi parte lo dejará usted sin leer y seguramente sin responder. Aun cuando es su obligación responder a ésta y a mis comunicaciones anteriores, durante este año ha dejado en claro que ello va más allá de sus deseos y capacidades. Lo que sí podemos proponer enfáticamente a la comunidad universitaria es que usted deje ese puesto a alguien que sí sepa, quiera y pueda cumplir con las atribuciones que marca la normatividad.

Atentamente,


Luis Rodolfo Morán Quiroz

C.c.p. Dr. Marco Antonio Cortés Guardado. Rector General de la Universidad de Guadalajara
C.c.p. Dr. Héctor Raúl Solís Gadea. Coordinador General Académico de la U. de G.
C.c.p. Dr. José María Nava Preciado. Secretario Académico del CUCSH-U. de G.
C.c.p. Edmundo Camacho. Coordinador de Publicaciones del CUCSH-U. de G.
C.c.p. Profesores de la Universidad de Guadalajara adscritos al Sistema Nacional de Investigadores
C.c.p. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
C.c.p. Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior
C.c.p. Consejo Mexicano de Ciencias Sociales

martes, 10 de julio de 2012

Han de ser puras mentiras...


¡A mí no me crean!

Cuentan quienes dicen saber acerca de lo que cuentan, que en diciembre de 2010 el sindicato de trabajadores académicos de la Universidad de Guadalajara prestó 70 millones de pesos a la cámara de diputados de Jalisco para “pagos de sueldos y aguinaldo de más de mil 200 empleados”. En un mensaje fechado el 9 de julio de 2012, se afirma, empero, que “del monto prestado, aún se adeudan 21 millones de pesos. Hace 10 meses que el Legislativo suspendió el pago. El Legislativo refiere que no existe convenio firmado entre el Sindicato de la Universidad de Guadalajara y el Congreso local, ello eximiría a los diputados de liquidar el adeudo”. Yo sospecho que se trata de infundios que les hacen a los líderes sindicales y a los legisladores, pues los primeros serían incapaces de prestar dinero ajeno (de los profesores universitarios) y los segundos jamás han dejado de cumplir con sus compromisos, así sean verbales, cuantimenos dejarían de pagar lo que alguien les hubiese prestado para sacarlos de un apuro y continuar así respondiendo tan eficientemente como hasta ahora con los jaliscienses que los llevaron a sus curules.
Hay quienes dicen que buena parte de los funcionarios de la mencionada casa de estudios manifiestan cierta fobia a la palabra “auditoría”, y por ello desde hace años la llamada a la “rendición de cuentas” que se les hace desde dentro y fuera de esa institución se ha convertido en un acalorado tema de debate. ¿Deben los jaliscienses saber en qué se gastó el dinero que ellos, como contribuyentes fiscales han hecho llegar a esa institución? Dicen algunas de mis fuentes que “eso sería lo más lógico”. Pero a mí no me crean, capaz que esas fuentes de información están equivocadas y las autoridades de todos los niveles dejan bastante claro siempre en qué se gastan los recursos recibidos, en qué acciones y en qué adquisiciones.
No me crean a mí, pero dicen algunas personas que se etiquetan como expertas, que hay algunos encargados de funciones dentro de la Universidad que en realidad no cumplen con sus funciones, aun cuando éstas estén especificadas en la normatividad de la institución. Se dice de algunos que llegan tarde y se van temprano muy maquillados y sonrientes, a cumplir con sus concertadas citas fuera de las oficinas y dentro de las cantinas, para establecer acuerdos a la luz de los etanoles. Yo no soy una fuente confiable, pues a mí sólo me llegan los chismes, pero hay quien incluso afirma que una buena parte de los recursos de algunos centros universitarios se gastaron en las campañas de al menos dos partidos en los que militan funcionarios-políticos que aseguran controlar a esos partidos en el estado.
Hay quienes aseguran que en realidad lo que pasa es que esos funcionarios se salen temprano de sus oficinas o no van a ellas porque desde ahí no son capaces de gestionar recursos o apoyar las acciones académicas. Se dice incluso, pero no me crean a mí, por favor, que hubo alguna vez un alto funcionario al que tuvieron que explicarle que en la universidad hay que apoyar que haya clases y apoyar que los estudiantes tengan espacios y recursos para formarse en los niveles medio-superior y superior. Aun cuando yo tengo la seguridad de que hay algunos funcionarios que no saben ni siquiera que la docencia, la investigación, la difusión y la extensión forman el conjunto de las funciones sustantivas de la universidad, no por eso tienen que creerme a mí, y a lo mejor no es cierto que hay quienes, cumpliendo funciones adjetivas, se consideran jefes de quienes realizan las sustantivas y hasta quieren limitarlos en sus acciones y compromisos establecidos en la normatividad.
No me crean cuando les digo que hay rumores de que existen rectores en los centros universitarios que se niegan a recibir a los trabajadores académicos y administrativos o a los estudiantes para tratar acerca de las maneras en que pueden apoyarse las actividades o mejorarse los procesos y trámites atingentes a una institución de educación superior. Esos rumores han de ser puros infundios de envidiosos de la eficiencia con la que se maneja la universidad jalisciense que lleva el nombre de su ciudad capital.
Puras afirmaciones temerarias han de ser las de quienes señalan que alguno de ellos ha declarado que no apoyan determinadas acciones a las que están comprometidos según la normatividad pues “no importa que no se cumplan determinadas funciones en el centro universitario, al cabo de eso ya hay mucho que se ha hecho y se sigue haciendo”. Falso ha de ser, no me lo crean, que a algunos de los maestros nos han mandado llamar en nuestros departamentos para decir que no cumplimos con nuestra carga docente y nos muestran la lista de una sola asignatura en vez de las cuatro que impartimos. Eso sería como reducir en un 75% la carga real de algunos profesores con sepan los dioses qué intenciones. Intenciones que los funcionarios de esta universidad jalisciense serían capaces de siquiera concebir. Por eso, el dictamen de desaparición del departamento de estudios de la cultura regional no tiene absolutamente nada que ver con la tramposa definición que tan bien entienden los estudiantes de ciencias sociales y de la salud en el sentido de que existen, en orden ascendente de falsedad, “las mentiras, las mentirotas, las estadísticas y las guardias”. En ese dictamen se recurre a la pura verdad y se decide suprimirlo porque las estadísticas dictadas por alguno de esos funcionarios son la mera y límpida verdad de diosito y la virgen María, pues esos funcionarios serían incapaces de mentir con tal de borrar de un plumazo (que les tomó un año en concretar) a la primer dependencia de la universidad dedicada a la investigación en ciencias sociales.
No me crean a mí, pero dice ese mismo dictamen “Que la revista “Estudios Sociales” que atiende el Departamento, también puede seguir su cauce y desarrollo sin que sea necesaria la adscripción al DECUR” (punto número 11) y han de ser puros rumores que esa revista ha tenido dificultades para aparecer desde el 4 de mayo del 2011. Han de ser rumores y quizá no es cierto que los autores han estado solicitando información a quienes trabajamos en esa revista respecto a fechas de aparición de sus artículos. También ha de mentir quien diga que la revista no ha aparecido y que la secretaría académica de la rectoría de ciencias sociales y el propio rector de ese centro han sido eficientes y atentos y han recibido a quien les pregunte, por escrito o en persona, acerca del destino y manejo de la revista. No me crean a mí, pero al menos los artículos correspondientes a dos secciones temáticas de números sucesivos de esa revista han aparecido, a falta de apoyo de los funcionarios del centro de ciencias sociales y humanidades de la Universidad de Guadalajara, en una revista fuera del estado y de la mencionada universidad. Han de ser mentiras que también ha aparecido un libro con  material que pudo haberse incluido en esa revista.
Han de ser puros infundios, aunque digan algunas de mis fuentes que existen funcionarios que, aparte de creerse jefes y no servidores públicos, enfurecen con el sólo escuchar que los universitarios, tanto académicos, como trabajadores administrativos, o estudiantes, son capaces de disentir con sus planes secretos.
Puras mentiras son ésas que achacan a algunos funcionarios y ex – funcionarios de la universidad intereses políticos o económicos que van más allá de la promoción de la cultura, la formación de profesionistas y técnicos, la salvación de la humanidad y la reducción del calentamiento global. Puros infundios. A mí no me crean. Vayan y pregunten a quienes sí saben de esto. A ver si a ustedes sí les responden quienes se dicen con “autoridad”.

Luis Rodolfo Morán Quiroz