sábado, 4 de enero de 2014

Diez propuestas para mejorar la movilidad urbana


Desde los años sesenta y setenta, las ciudades mexicanas han acatado el paradigma de la velocidad en el traslado dentro de las ciudades. Este paradigma ha significado que las ciudades del país se adapten a los automóviles y que dispersen para que la movilidad sea rápida y fluida. Paradójicamente, las distancias de los traslados cotidianos se han multiplicado en vez de reducirse, en parte como consecuencia de que los automóviles requieren distancias largas para poder circular rápido. Adicionalmente, el tiempo de los traslados en vehículos de motor se ha prolongado debido a la gran concentración de vehículos en nuestras ciudades. Con ello, el espacio para áreas verdes tiende a reducirse, dando lugar a más carriles para la circulación y estacionamiento/almacenaje de los vehículos de motor.
Un elemento que ha hecho todavía más complejo el problema de la movilidad urbana ha sido la escasa atención e inversión en transporte colectivo. Son pocas las ciudades que cuentan con un tren urbano y aquellas que lo tienen no logran la cobertura adecuada para los traslados diarios a las escuelas, lugares de trabajo y esparcimiento, generando una necesidad de transporte que suele cubrirse principalmente a través de los vehículos particulares.
¿Qué hacer para reducir los embotellamientos y el tiempo de traslado en las ciudades? La respuesta simple, conocida por muchos y aplicada por muy pocos, tiene dos vertientes: caminar y pedalear. Por desgracia, la comodidad y la supuesta celeridad de los traslados en automóvil particular tiende a ocultar el hecho de que usar automóviles genera costos no sólo para quien posee/conduce esos vehículos, sino también para la sociedad en que se inserta su uso como principal medio de transporte.
Usar autos no sólo genera contaminación que deriva en enfermedades respiratorias, sino también costos de adquisición, mantenimiento, combustible, por accidentes y reparaciones. Conlleva, además, la reducción en la seguridad de los peatones y de los ocupantes de los vehículos y de los espacios disponibles para la convivencia/recreación y la movilidad a pie, en silla de ruedas o en bicicleta.
A continuación, enumero algunas estrategias que pueden adoptarse para mejorar la movilidad urbana, algunas desde la acción individual, otras desde la acción concertada de los habitantes de las ciudades y otras desde el diseño y puesta en práctica de políticas públicas. En algunas de estas propuestas están implícitos algunos nichos de negocios alternativos al gasto en vehículos, mantenimiento y combustible.
 
1.       Ciclopuertos para recibir/almacenar temporalmente bicicletas y triciclos. Estos pueden estar asociados a los lugares de trabajo o a los edificios públicos y escuelas, generando incentivos para llegar a ellos en bicicleta o a pie y reducir el uso de vehículos particulares;
2.       Alquiler de bicicletas por hora, por día o por mes, dependiendo de las necesidades de los usuarios, que pueden ser trabajadores, estudiantes, turistas, amas de casa;
3.       Estaciones de transición entre distintas modalidades de traslados. Al generar estacionamientos para automóviles particulares y ciclopuertos cerca de las estaciones de tren y de las paradas de autobús, se establecen igualmente oportunidades para reducir el número de vehículos particulares en circulación en los centros de las ciudades;
4.       Cobro diferenciado para el estacionamiento por zonas de la ciudad. En las áreas de cada ciudad en donde exista una diversidad de medios de transporte colectivo a la mano, elevar el costo del estacionamiento de vehículos particulares para desanimar su uso, privilegiando la movilidad a pie, en bicicleta o en transporte colectivo;
5.       Promover la creación y rescate de áreas verdes y aceras en las ciudades en vez de la ampliación de carriles para automóviles, áreas que deberán estar adecuadamente iluminadas y con acceso a servicios de transporte colectivo y a otros servicios públicos y comercios;
6.       Generar derechos de vía y cruces peatonales con prioridad efectiva sobre los vehículos de motor en las áreas céntricas, comerciales y de edificios públicos de la ciudad;
7.       Establecer convenios con prestadores de servicios y comerciantes para asegurar que los horarios de carga y descarga de mercancías y materiales se realicen en horas y días de escaso tráfico peatonal, ciclista y de vehículos en las ciudades, para reducir los embotellamientos en horas pico;
8.       Establecer programas de acompañamiento o seguridad de los niños en edad escolar para que se trasladen a pie a sus escuelas (al menos una porción del trayecto), para evitar embotellamientos, accidentes y exceso de tráfico en las horas de entrada y de salida de las escuelas;
9.       Establecer programas en las empresas e instituciones para compartir vehículos para la llegada a los lugares de trabajo. Estos programas pueden incluir vehículos de las empresas o instituciones que realicen al menos una parte de los traslados, desde estaciones convenidas, así como el uso compartido de algunos vehículos particulares de los propios trabajadores que vivan en áreas vecinas;
10.   Generar infraestructura en las escuelas, lugares de trabajo y oficinas públicas para estacionar bicicletas y para el uso de áreas verdes y de comedores, en vez de ampliar los espacios de estacionamiento para trabajadores que realizan dos viajes de ida y vuelta durante el día. Esta infraestructura podría asociarse a horarios corridos en vez de horarios que obligan a los trabajadores a trasladarse en vehículo de motor a otros espacios para comer a la mitad de su jornada.
 
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