miércoles, 22 de diciembre de 2010

La bicicleta como transporte universitario alternativo

La bicicleta como transporte universitario alternativo (publicado en GDL en BICI en octubre de 2010: http://www.gdlenbici.org/index.php?option=com_content&task=view&id=476&Itemid=1)


Crónica en Bici - La bicicleta como transporte universitario alternativo
Luis Rodolfo Morán Quiroz


Para una de mis alumnas de psicología constituyó un gran desencanto enterarse de que, además de realizar mis viajes por la ciudad de Guadalajara en mi bicicleta Cóndor modelo 1984, era yo poseedor y usuario de un VW 1977. “¿Verdad que no es cierto que tú tengas carro?, ¿Verdad que tú andas todo el tiempo en bici?”, me preguntó con ansiedad al inicio de una de las clases. Tuve que desengañarla y responder que, sobre todo por las tardes y noches, no tenía el valor de recorrer la ciudad todo el tiempo en bicicleta. Desde ese momento de decepción para la aspirante a psicóloga, se han dado múltiples cambios en la ciudad de Guadalajara, en especial en lo que se refiere al aumento del tráfico de automóviles en la ciudad, la densidad poblacional y la infraestructura urbana, y ello ha hecho más importante considerar a la bicicleta como un medio complementario y alternativo para transportarse en esta ciudad. La propuesta que en los años ochenta se presentara ante el gobierno del estado de construir una ciclovía sobre la avenida Federalismo había sido rechazada por incostesable, y hubo de pasar un cuarto de siglo para que esa ruta al fin se consolidara, de manera muy similar a algunas de las rutas ciclistas que ya desde los ochenta funcionan en ciudades como Munich y Friburgo: una parte de la acera quedaría destinada al uso (relativamente exclusivo) de los ciclistas.



Desde entonces, el crecimiento de la ciudad de Guadalajara ha sido abrumador y desde los años ochenta hasta la segunda década del siglo XXI la población y la mancha urbana se han incrementado de manera considerable. Si en 2010 la población de la Zona Metropolitana (ZMG) rebasa los cuatro millones de habitantes, en los años ochenta la población de esta misma área rondaba apenas los dos millones. La densidad de la población en la Ciudad de Guadalajara se ubicaba en 1980 en 8,654 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que en 2010 la densidad es muy similar (8,761 Hbs/km2), lo que significa que buena parte del crecimiento de la población de la ZMG se ha dado en los municipios conurbados. La mancha urbana se ha extendido en varios kilómetros cuadrados, pues si en los ochenta la ZMG se extendía a cuatro municipios, en la actualidad alcanza ya ocho: El Salto, Tlajomulco de Zúñiga, Tlaquepaque, Tonalá, Guadalajara, Zapopan, Juanacatlán e Ixtlahuacán de los Membrillos.



La cantidad de automóviles particulares que transitan en la ZMG ha aumentado notablemente, precisamente porque las necesidades de transporte en el área no logran cubrirse por el transporte colectivo. Cabe citar algunas cifras (véase tabla 1): mientras que en la Zona Metropolitana del Valle de México hay 0.29 automóviles por persona y en la Zona Metropolitana de León son 0.15 por persona, en Guadalajara la cantidad asciende a 0.33 vehículos por persona, es decir, en Guadalajara y en el Valle de México hay cerca de tres personas por cada vehículo y en León existe un vehículo para cada seis personas.







Tabla 1: Población, cantidad de automóviles y número de vehículos por habitante en tres Zonas Metropolitanas en México (conviene ver el enlace para visualizar una versión más ordenada de esta tabla. Aquí: http://www.gdlenbici.org/index.php?option=com_content&task=view&id=476&Itemid=1)


Zona Metropolitana Valle de México León, Gto. Guadalajara, Jal.

Población 19' 239, 910 1'200,612 4'298,715

Cantidad de Vehículos 5'592,290 189, 327 1'442,572

Habitantes por vehículos 3.44 6.34 2.97

Vehículos por habitantes 0.29 0.15 0.33

Fuente: IV Congreso Internacional de Transporte Sustentable, 2008.*



La falta de planeación en cuanto a las áreas de vivienda, comercio y trabajo y la infraestructura para trasladarse entre ellas ha privilegiado que se construyan más obras para los vehículos particulares y una menor cantidad para el transporte colectivo y para los traslados a pie y en bicicleta. Basta ver las condiciones y la estrechez de las aceras en buena parte de la ZMG para darse cuenta que son pocas las zonas de la ciudad en las que se toma en cuenta la necesidad de trasladarse a pie, en silla de ruedas o en bicicleta-triciclo.



En ese contexto, las universidades de la ZMG han hecho poco por promover que sus estudiantes y su personal administrativo y académico se transporte en bicicleta, aunque en años recientes se han instalado ciclopuertos en algunas de estas instituciones educativas, principalmente en el ITESO y después en la Universidad de Guadalajara. En mi caso personal, he seguido utilizando la bicicleta para buena parte de mis traslados matutinos y algunos de los traslados vespertinos a mis lugares de trabajo en algunas de las instituciones académicas de la ZMG, en donde he sido investigador, docente y eventual sinodal. Por ello, además de los traslados ciclistas a mi habitual trabajo en la Universidad de Guadalajara he podido aprovechar la bicicleta durante algunos cursos en el ITESO, la Universidad La Salle y en sedes de la propia Universidad de Guadalajara en donde no me desempeño habitualmente. Mis principales traslados en bicicleta hacia destinos “académicos” los realizo hacia el ITESO (a 4kms de mi casa), a mi departamento de adscripción principal, que depende del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), que se ubica a 14kms de mi casa y fuera del Campus, en las cercanías del Parque Morelos, y al propio campus del CUCSH (a 16kms de mi casa).



Desde mi infancia soy un aficionado a la bicicleta y hace más de treinta años soy un corredor habitual. Eso me ha ayudado a tomar conciencia de que hay distancias que en vehículo motorizado se perciben como “lejanas”, cuando en realidad al trasladarse en esos vehículos sólo se prolongan en el tiempo, aunque no en el espacio. Usé la bicicleta para mis traslados hacia la licenciatura en el ITESO de manera alternada con correr y viajar en mi VW. Comencé a utilizarla para viajar a la Universidad de Guadalajara durante mi época de estudiante de posgrado, en una maestría que dependía del Instituto de Estudios Sociales y que en sus primeros semestres estuvo ubicada en el edificio de Liceo y Juan Álvarez (que actualmente ocupa el Sistema de Educación Media Superior, SEMS). Ya egresado de esa maestría utilicé la bicicleta para mis traslados a mi trabajo en ese mismo edificio, hasta poco antes de ir a vivir a Seattle, una ciudad ideal para corredores y ciclistas. Posteriormente realicé mi doctorado en Tijuana y continué con el hábito de trasladarme a la escuela corriendo o en bicicleta.



Poco a poco, las condiciones de las calles de Guadalajara han empeorado para las bicicletas. La gran cantidad de automóviles hace que las superficies de las calles se deterioren en mayor medida y con mayor rapidez que en los años ochenta y noventa. Así que, en vez de utilizar bicicleta de ruta (que en Guadalajara solemos llamar “bicicleta de carreras”), muchos de los ciclistas hemos optado por utilizar bicicletas de montaña y es sintomático que los actuales diseños de bicicletas urbanas tengan en cuenta la necesidad de llantas más anchas que las de ruta, mismas que en el pasado se podían utilizar con relativa comodidad en las ciudades. De tal modo, son relativamente escasos los viajes que todavía realizo en bicicleta de ruta, más ligera, y he tenido que usar con mayor frecuencia la bicicleta de montaña, con mayor resistencia a los baches pero de manejo menos ágil por la mayor fricción del tipo de llantas.



Además de que el número de vehículos ha aumentado, se ha incrementado el número de cruceros peligrosos, de semáforos que intentan regular el flujo de vehículos y peatones, y que a la vez generan embotellamientos. Lo que no ha aumentado es la visibilidad de los ciclistas a los ojos de los usuarios de vehículos de motor, pero tampoco ante las miradas de los planeadores urbanos. Hasta hace relativamente poco (dos o tres años, cuando mucho), eran contados los lugares en los que existía un lugar formal para estacionar la bicicleta en Guadalajara. Todavía hoy los ciclistas que además somos académicos o estudiantes debemos confomarnos con encadenar la bicicleta a los pasamanos de las escaleras en los edificios públicos y universitarios, en los postes de luz frente a las bibliotecas, a las bancas de metal en los parques o camellones frente a las librerías.



A lo largo de mis casi cuarenta años de traslados ciclistas en la ciudad de Guadalajara (con alguna experiencia adquirida en otras ciudades en las que he podido vivir y moverme en bicicleta, tanto en México como en el extranjero), he aprendido que los ciclistas tenemos que ser flexibles en nuestras rutas, pues es frecuente que las calles se vean bloqueadas por embotellamientos, que las banquetas (anchas o estrechas, urbanas o suburbanas) sean invadidas por puestos ambulantes y fijos y por automóviles e incluso camionetas y camiones de reparto. Algunas de las rutas que en el mapa parecen las más directas pueden ser, en realidad, intransitables por la cantidad de desniveles en sus superficies (escalones, rampas inadecuadas, estrechez), por la densidad del tráfico, por las condiciones de visibilidad (para ver y ser vistos), por el lapso disponible para cruzar determinadas avenidas siguiendo los tiempos marcados por el semáforo. Los ciclistas debemos tomar en cuenta, al planear nuestros viajes en la ciudad, todas estas condiciones e incluso la cantidad de peatones que pasan por los posibles lugares de nuestro traslado.



Es sintomático que para recorrer entre semana los 14kms que separan a mi casa de mi centro de trabajo tenga que utilizar 50 minutos. He hecho la prueba utilizando, en domingo, algunos tramos de la Vía Recreactiva, y la misma distancia me toma únicamente 30 minutos. Lo malo es que entre semana no está abierta la Vía Recreactiva y que los fines de semana no está abierto mi lugar de trabajo.



Desde que nació mi pimer bebé, en 2007, he organizado mi trabajo de manera que mis viajes al centro de la ciudad sean en menor cantidad y de menor duración. Para reducir el tiempo en que me alejo de casa, en algunas ocasiones subo la bicicleta a la camioneta, la que estaciono aproximadamente a dos tercios de la distancia entre mi casa y mi destino y continúo en bicicleta el tramo correspondiente al último tercio. Adicionalmente, además de los traslados a los edificios en los que trabajo, he podido añadir, ahora que mi pimer hijo comenzó a ir al jardín de niños, el traslado matutino para llevarlo a su escuela y para recogerlo tres horas después. Cuando regreso de entregar al mayor en la escuela, mi segundo hijo comienza nuestro entrenamiento para cuando él también inicie su educación formal, al añadir un segundo recorrido por los barrios cercanos a nuestra casa, que a veces incluyen una breve visita a su abuelo (a 2kms de distancia) o a su tía y su primo (a kilómetro y medio).



En los últimos años, al fin las autoridades de la Universidad de Guadalajara han reaccionado y han instalado ciclopuertos en algunos de los edificios universitarios, como en el CUCSH y en la torre administrativa. Todavía no hay un ciclopuerto en el edificio en el que está mi departamento de adscripción, a pesar de que somos aproximadamente diez las personas que llegamos habitualmente a él en bicicleta y de que tenemos ya casi tres años solicitando que se instale un ciclopuerto en vez de tener que encadenar nuestras bicicletas a los barandales de la escalera o tener que subirlas hasta nuestra área de trabajo.



Lo que habría que preguntarse es por qué en otras ciudades y en otras universidades sí hay una cultura de planeación que incluya a las bicicletas, a las sillas de ruedas y a los peatones en los planes para las obras de infraestructura, mientras que en Guadalajara y en la U.G., en el Iteso y en algunas otras instituciones académicas apenas hasta hace poco han comenzado a plantearse la posibilidad de que los estudiantes y el personal académico y administrativo lleguen en bicicleta. En la ZMG todavía son escasos los centros comerciales, los edificios públicos, los bancos, los parques, las librerías, los cafés, las escuelas, a donde se pueda llegar en bicicleta y en los que haya posibilidades de estacionarla. Irónicamente, en vez de que los encargados de esos edificios e incluso los automovilistas vieran con buenos ojos la existencia de un área específica para las bicicletas, a veces se nos cierra la posibilidad o se nos “desinvita”, a pesar de que contribuyamos a aumentar el número de usuarios, al mismo tiempo que dejamos espacios para otros, al no llegar también en vehículo de motor.





* Fuente de la tabla 1:

IV Congreso Internacional de Transporte Sustentable, 2008. “Comparativo de los sistemas de transporte en México”.

jueves, 22 de julio de 2010

El hermano menor

De mis hijos extrañaré sobre todo sus infancias. Mañana, 23 de julio, cumple tres años el mayor de ellos. Ése que me convirtió en padre de un cachito de cachorrito. Tres meses después, cumple dos años el segundo. Sus exactos quince meses de distancia repiten, casual o providencialmente, un patrón que ya mis padres habían ensayado, aunque sin tanta exactitud. De la fecha de nacimiento de mi hermana a mí, hay 15 meses menos tres días; de mi fecha de nacimiento a la de mi hermano menor hay 36 meses menos tres días. Pero si mi llegada tenía cierta justificación por el hecho de la lentitud propia de los varones frente a las mujeres, para asegurar que la distancia en términos de desarrollo infantil fuera más o menos equitativa entre los tres, en el caso de la diferencia de meses entre el mayor y el menor de mis hijos parece obedecer a una intención de igualarlos en desarrollo.

Ser hermano de alguien implica ya una comparación. La fraternidad es un término “relacional”; y si se es hermano, no queda más remedio que serlo mayor o menor. Así me lo confirma mi amigo y tocayo Luis, gemel, quien suele resaltar que el mayor es él, pues nació unos segundos antes. Ser mayor, lógicamente significaría simplemente llegar antes y comenzar a aprender y a desarrollarse antes y obligar desde antes a los progenitores a aprender cómo manejarse frente a su descendencia. Y los progenitores sólo pueden ser primerizos con el hermano/hermana mayor, pero nunca más. En eso los hermanos mayores son como la primera impresión. No hay nada anterior a lo que pueda recurrirse: ni la experiencia con los sobrinos, ni la adquirida como adultos frente a otros niños, ni la que adquirimos en la infancia y a la que los recuerdos de esta época de nuestras vidas quisieran arrancar sabiduría.

El problema con los hijos menores es que no siempre se puede suponer que lo aprendido como padres con los hijos mayores se puede aplicar a ellos. El hermano menor de mi hijo mayor se anunció con cierto aire casual: “llego, aunque no se hayan esforzado y angustiado por mi llegada…pero llego pronto”. Mientras que del hijo mayor queríamos que se anunciara pronto, y mis amigos hasta me felicitaban por tener que dejar el ejercicio diurno para guardar energía para que mis avejentados genes lograran fructificar en el ejercicio nocturno, el hijo menor llegó a pesar de haber retomado el ejercicio físico, y de los desvelos y cansancios provocados por el mayor.

Del mayor creímos que tendría problemas de oído, hasta que el pediatra nos explicó que estaba demasiado débil para protestar; llegamos a creer que era bizco, pues en algunas fotos un ojo “como que se le iba para allá”, hasta que la oftalmóloga nos explicó que era que simplemente el puente de la nariz era congruente con estar “tan cabezón”, como lo diagnósticó con franqueza su primo Óscar. Del menor no tuvimos tiempo de preguntarnos, ni de dudar, ni de plantearnos, padres hipocondríacos con el primero, si oía, pues sus protestas ante los más leves ruidos se dejaban comentar cada mañana hasta por la vecina de al lado, que parecía llevar el registro de las horas del llanto y de la exigencia de leche.

Se parece a tu hermano, declaraba mi suegra. Se parece a tu cuñado, declaraban otras. ¡Qué bonito tu hijo! Seguramente se parece a tu esposa…opinaban otras más, con lo que mi madre se sentía cada vez más derrotada, pues parecía reconocer, sin declararlo, que sus hijos no habían salido tan bellos como los de su nuera. Orgullosa de que jamás haya habido chamacos mejor aspectados que él y su hermano mayor, su madre le preguntaba “¿quién es el más guapo?” hasta que contestó, con una voz que probablemente articuló y comprendió el vocablo antes que su hermano: “¡yo!”, y se soltó a reir, como si entendiera ése y los otros chistes que nos hacían sonreir al verlo.

Tener un hermano menor no es fácil. Aparte de que se supone que quienes somos hermanos mayores de alguien más, tenemos la obligación de educarlo, el problema es cuando ese hermano no está de acuerdo con las prácticas anticuadas con las que fuimos educados unos meses atrás. Y si mi hermana asumió la tarea de educar a sus dos hermanos menores como si ella fuera mucho mayor, mi hermano menor no sólo prescindió de mis apoyos educativos, sino que se las arregló para ser tan listo como para educarme él a mí. En esa tradición invertida, mi hijo menor se las arregló para comenzar a enseñarle palabras, movimientos, pasos de baile, gritos, paciencia, a su hermano menor. Y si mi hermano menor me daba los argumentos centrales de algunos de mis trabajos de maestría cuando él estaba en la licenciatura, este hermano menor pronto comprendió que el llanto de su hermano no implicaba que hubiera una amenaza latente para todos los bebés de la casa, y pronto dejó de ser solidario con los llantos anhelantes del mayor.

Uno de mis estudiantes me felicitó por el nuevo crío y a la vez aprovecho para advertirme que, aparte de que ser hermano mayor puede no ser fácil, el ser hermano menor puede ser una carga. “Yo soy el menor de varios hermanos y cuando llegué parece que ya todo mundo estaba cansado y aburrido de tener bebés, así que ya no me hacían mucho caso. Hágale caso también al menor”. Y mientras tanto, el que había sido el único niño, rey y tirano de la casa, me tironeaba para que no me acercara a la cuna del menor, que llegaba a invadir no sólo lo que antes fue su espacio, sino a llenar de ocupaciones y preocupaciones el tiempo de unos padres que sólo eran para él. Así que durante las primeras semanas de existencia del menor tuve pocas oportunidades de abrazarlo y tenía que esperar a dormir al mayor para admirar al bebé de ojos y labios iguales a los de su madre. Y si el término de hermano es relacional y comparativo, el de la rivalidad fraternal, que tanto ha fascinado a los psicoanalistas, parece implicar que los niños comienzan a hacer cuentas y cálculos matemáticos del tiempo que los padres les dedicamos. Y a hacer cuentas del tiempo relativo que le dedicamos al hermano. “¿Por qué a él sí lo llevan, lo miman, le compran, le hacen, le toleran…y a MÍ NO?”, nos preguntamos, magnificando las atenciones que le prodigan al hermano y decretando que por mucho que nos den, mientras no sea todo, seguirá siendo poco.

En esa rivalidad, el hermano menor se enfrasca en conquistar un territorio y un tiempo de los padres que antes era exclusivo y que para él jamás lo será: hay ya un ocupante con el que hay que compartir a los progenitores, los espacios, los tiempos, la comida, los juguetes, las asientos en la carreola, en el vehículo familiar, los ojos de los abuelos, de los amigos, las fatigas y las energías de los padres. Así que nuestro hijo menor, en sus primera semanas, parecía haber decidido dejarme como territorio perdido ante la insistencia del primero en alejarme, y apropiarse de la madre todo el día: se negaba a dormir, a comer, a dejar de llorar si no tenía los brazos calientitos de su madre alrededor de él y aprendió a dormir en su abdomen para asegurar que seguía ahí, debajo de él.

El mayor acabó por aprender que la madre era territorio perdido en esa lucha fraternal: así que aprendió a dormir en mi abdomen, a asegurar que estuviera yo presente cuando él despertara, a jalonearme para alejarme del hermano…Hasta que decidimos turnarnos, en cuartos separados y alternadamente, para cuidar a uno y a otro. El mayor comenzó a entender que al menos una vez sí y otra no, su madre estaría ahí presente para atenderlo; mientras que el menor comenzó a entender que una vez no y otra vez sí, su padre estaría ahí para hacer lo que alternadamente haría la madre.

Llegó un momento en que comencé a entender algunas de las implicaciones de lo que alguna vez me dijo una colega en la universidad al ver a mi primero hijo, con apenas unos cuantos meses de edad: “uno quisiera que se quedaran así, que no crecieran”. Mi reacción ante esa frase fue: “¡No! Yo no quiero eso, quiero que crezca, que camine, que hable, que haga cosas y gracias”. Pero ahora veo, sobre todo por la rapidez con la que se desarrolla el hermano menor, que su infancia se va. Que de los “diez talentos” que alguna vez se dijo que contaba su abuelo, “y de los que no hay que desperdiciar ninguno”, remataba el comentarista, mi hijo menor quisiera aprenderlos, derrocharlos, mostrarlos todos antes de llegar al jardín de niños, y dedicarse pronto a trazar círculos, comer con sus propios cubiertos, caminar por las plazas comerciales sin dar la mano, cantar y bailar como el que más, platicar con el hermano mayor y contar chistes sin palabras, salir a la calle en cuanto despierta, tallarse sólo mientras se baña. Mientras el hermano mayor nos sigue pidiendo su “bibi-leche”, el menor se las arregla para tomar agua en un vaso, esperar a que le quitemos el pañal para orinar, presionar todos los botones de su reproductor de DVD’s hasta encontrar el que sirve para detener o avanzar, a su antojo, la película que ha escogido de entre sus favoritas de “¡pato!, ¡pánte! ¡león! ¡barney!” Y con ello nos advierte que, por más lento que queramos que vayan, o por más que nos preocupe que no avancen lo suficiente, pronto nuestros bebés (en especial el menor) lograrán su autonomía y se irán a la escuela, a las casas de los amigos y los parientes, al mundo, sin que podamos ya detenerlos. Nos recuerdan que la temible adolescencia, con sus silencios, aislamientos, soledades, crecimientos, golpes, sufrimientos, errores y su imposibilidad de volver atrás, se cierne también sobre ellos. Y su infancia se habrá acabado, junto con sus exigencias, pero su autonomía acabará por llevarse su caminar a saltitos, sus ojos sorprendidos, sus dulces “¡papá, papá, papá!”

Lento como su padre y casi tanto como su abuelo, el hermano mayor comenzó a decir palabras e intentar hilar frase sólo ante el ejemplo que le ponía su hermano menor. Preocupada, su madre comentaba con mi padre: “¿cuándo va a hablar? ¡Qué preoupación que se angustie por expesar algo y que nosotros ya no le entendamos qué quiere!” El abuelo, que no estuvo en un jardín de niños, respondía que él mismo había comenzado a hablar a los cinco años…”así que no te preocupes, algún día hablará”. Pero parece que tanto Froebel como Montessori tenían razón: el desarrollo de varias habilidades en la infancia está relacionado con la socialización. Así que los progenitores, en especial los que tendemos a “entender” y a “adivinar” lo que quieren los hijos, habíamos estado frenando el aprendizaje del lenguaje del mayor, quien comenzaba a comunicarse más cuando lo visitaban los primos, hablantines y deseosos de cosas y actividades que sabían pedir y reclamar. Las visitas recíprocas y el apoyo del hermano menor (que sirvió de reto y ejemplo para hablar y bailar) quizá deriven en que para entender y re-contar los chistes el mayor haya de preguntar al menor.

En mis tiempos en que visitaba la escuela de psicología (en la que no estudiaba gran cosa), solía hablarse de “efectos en la secuencia” sobre el comportamiento. El razonamiento, muy conductista, era muy simple: si primero los “sujetos” (palomas, ratas, niños, chimpances, estudiantes de psicología, transeúntes, que son los sujetos clásicos de estudio de tan indisciplinada disciplina) se comportan de una forma determinada, es difícil que aprendan otra forma posteriormente. Así que, de alguna manera, lo que se aprende primero afecta lo que se aprende y lo que se puede aprender después. Mi esposa y yo solemos peguntarnos si el orden de nacimiento de nuestros hijos hubiera tenido otra secuencia: ¿habríamos asumido con la tranquilidad (relativa) con la que asumimos el anuncio de la llegada del segundo hijo, de haber sido el primero tan “movidoso” desde el útero y luego fuera de él como lo fue el segundo? ¿Habríamos entrado en pánico si el primero hubiera sido tan difícil de seguir, tan activo desde el momento de abrir los ojos en la mañana, tan perceptivo de los momentos de hilaridad y de la diferencia entre jugar y sufrir como resultó el segundo?

Mi hijo mayor y yo resultamos un poco más lentos de aprendizaje que nuestros respectivos hermanos menores. Aunque con los años eso tiene la ventaja de que uno puede aprender varias cosas de la vida sin tener que esperar a que nos las expliquen los contemporáneos o los maestros, mientras tanto (al menos yo) queda la sensación, al tener hermanos más perceptivos, de que algo nos falla, de que hay que enojarse con el otro porque entiende antes lo que debería entender después. Y que debería ser “después que yo, pues el mayor soy yo”.

Afortunadamente, aun cuando tardé varios años en entender que el cumpleaños de mi hermano llegara tres días antes que el mío (“¿por qué él cumple antes, si yo soy mayor?”), acabé aceptando que mientras que los hermanos absolutamente mayores tienen que sufrir el dejar de ser hijos únicos a nuestra llegada, los hermanos menores nos ayudan a comprender que también ellos tienen que reclamar sus espacios y sus porciones de tiempo y atención de los progenitores. La hija de mi esposa, mayor por 16 años que mi hijo mayor, nos expresó, en tono de broma, que su herencia, de “un peso”, se dividía cada vez más. En vez de un peso, se convirtió en 50 centavos y luego en tan sólo 34 centavos (es la mayor, así que le corresponde un centavo más por antigüedad). Inversamente, el problema de los hermanos menores es que son escasas las ocasiones en que pueden disfrutar del total de la atención, los recursos, la juventud, de los progenitores, pues estos recursos ya han quedado algo desgastados por los mayores. Queda a los menores el no deleznable consuelo de llegar a un mundo en el que ya los mayores han dado algunas sesiones de entrenamiento a los progenitores.

Claro que algunos progenitores somos de más lento aprendizaje que otros…

martes, 20 de julio de 2010

Me encantan las entrevistas

Soy un aficionado a la charla. Me encanta escuchar y criticar a otros, aprender de ellos y reflexionar sobre alguno de los temas que plantean por la radio. Como científico social, además, me intereso de manera profesional, en múltiples temas de lo que sucede en mi pueblito tapatío e incluso más allá de las fronteras de mi país. Me ha sucedido que también me inviten a participar, opinar, reflexionar, en algunas de las estaciones de radio (y a veces de televisión) de mi pueblito. Los temas han sido variados y en algunas ocasiones hasta me han dado tiempo de armar mis argumentos recurriendo a lecturas de lo que han escrito autores que son verdaderos especialistas/expertos en los temas a discutir.

En algunas de estas invitaciones con semanas de antelación me han dado el tema, algunas de las aristas que más le interesan de él y han justificado el invitarme por ser sociólogo, o psicólogo, o porque saben que alguna vez he estado cerca del asunto a tratar. Una vez acordadas las coordenadas espacio temporales, he podido preparar un argumento y hacer notas por escrito para recurrir a ellas en caso de que me falle la memoria. En contraste, he recibido otras invitaciones a entrevistas radiofónicas en las que no me han dejado oportunidad de declinar la invitación, como aquella derivada de una llamada telefónica a las 6:50 de la mañana en que me intepelaron directamente: “está usted al aire… ¿Qué opina de que los aficionados al futbol hayan golpeado a un policía? ¿Es de esperar que aumente la violencia en las próximas semanas?” No recuerdo muy bien cómo resolví la situación, pero después de que uno de mis amigos, tras otra de esas llamadas intempestivas para participar en un programa radiofónico en vivo y en caliente, me llamó a su vez para darme su opinión, comencé a ser más cauto para aceptar invitaciones. Me dijo mi amigo: “te ói por radio. Disculpa que te lo diga, pero sobre la cumbre de Obama y Calderón sólo opinaste puras pendejadas”. Lo que me sorprendió de mi amigo no fue su franqueza, pues nos conocemos hace más de 30 años, sino que hubiera tenido la radio encendida en una estación que yo suponía que nadie escucharía y a una hora en que yo creía que todos los mortales estaban haciendo otra cosa más productiva que oir radio. Así que, sabiendo ahora que es probable que alguien escuche mis opiniones de “experto”, aun cuando yo crea que sólo estoy charlando con quien trae el otro micrófono, he optado por pensar que probablemente no debería yo ser tan accesible y dejarme preguntar de cosas de las que seguramente no sé nada en absoluto.

En mis años de docencia, en varias ocasiones ha dado cursos en los primeros semestres de la carrera de sociología o de filosofía. Algo que suelo preguntar a los estudiantes tiene que ver con las razones por las cuales escogieron su carrera. Hace algunos años, uno de ellos simplemente respondió: “es que una vez lo vi a usted en la televisión en un foro y fue cuando decidí que yo también quería ser sociólogo”. Aun cuando ese estudiante hace ya algún tiempo que egresó de la licenciatura, a lo largo de los años he podido saludarlo en la calle o en centros comerciales y, al menos hasta el momento no lo he visto ni oido participar en algún programa de televisión o radio. No me he atrevido a preguntarle, pero a veces sospecho que su decisión de convertirse en sociólogo quizá estuvo relacionada con la fantasía de que los profesionales de la sociología tenemos la posibilidad de decir tonterías sobre un amplio abanico de temas y que incluso nos pidan mayores detalles sobre ellas.

Muchas de las supuestas entrevistas por radio son simplemente charlas con alguien a quien el encargado del programa suele presentar con cierta formalidad para luego basarse en la supuesta erudición del “entrevistado” que no es otra cosa que un interlocutor que, se supone, tiene cierta información que al auditorio le gustaría escuchar. Con el paso de los años he aprendido que no importa qué tanto prepare mi argumento, con base en mi trabajo académico de años, o con lecturas de algunas semanas, días o minutos anteriores al momento de pasar “al aire”, el entrevistador hará lo posible por cambiar el tema o por tratar aristas que a mí jamás se me habrían ocurrido. Me he propuesto sólo aceptar invitaciones cuando quien me llama para ocupar un espacio y un tiempo en su cabina logra ser más explícito en el tema y en las aristas que interesa discutir e incluso qué otros interlocutores expertos estarán presentes. Sin embargo, por más que insisto en:

1. Un tema bien definido, que además sea de mi relativa competencia profesional y dentro de mis intereses más específicos;

2. Una pregunta general bien planteada;

3. Una relación clara con acontecimientos de las últimas semanas o días en los ámbitos institucionales atingentes;

4. Un perfil claro de los otros interlocutores con los que, quien conduce el programa y yo, habremos de charlar …

La verdad es que hasta el momento mis notas previas me han servido de poco y a los conductores de los programas de radio les interesa enfatizar cosas distintas de las que podrían disctutir con otros académicos involucrados en cada tema. Así, por ejemplo, si la cita es para charlar, pongamos por caso, acerca de las remesas que envían los migrantes mexicanos desde Estados Unidos hacia México, lo más seguro es que la charla derive en las condiciones de vida de los mexicanos en el extranjero y sobre la depresión que los agobia al estar en tierras lejanas a su terruño, que es el más bonito de los lugares del universo. Pero si la cita es para hablar de la salud psicológica y física de quienes se van pa’l norte y de quienes se quedan en los pueblos de origen, entonces la plática incluirá preguntas tan específicas como la de: “¿cuál es el monto de las remesas de dinero hacia Jalisco durante el primer semestre de este año? ¿Es menor este monto de lo que fue, en términos relativos en 1994, año de crisis en México o en 2008, año de crisis en Estados Unidos”

En todo caso, aun cuando uno insista, como entrevistado, en hablar de aquello para lo que fue invitado, es probable que, ya in situ, al conductor del programa y, en el caso den que haya llamadas del auditorio, a quienes escuchan el programa, se les ocurra. Habrá notado usted, como parte del auditorio, que a veces quienes llaman al programa y el mismo conductor comienzan algunos comentarios diciendo: “entonces, ¿eso quiere decir que x y j…?” Y aprovechan para meter esos argumentos cuando en realidad el entrevistado está haciendo lo posible por señalar simplemente otras cosas que nada tienen que ver con x y j. A veces, cuando escucho radio, simplemente me pregunto: “¿y eso qué tiene que ver? ¿Por qué cambian el tema?”, pero cuando soy parte de la charla, a veces no me queda más remedio que ser explícito y decir que “sí, x y j están relacionados por ser parte del mismo alfabeto con el que se describe el tema del que hablábamos”.

Así que lo que se puede apender de las entrevistas radiofónicas es que rara vez tratan sobre el tema que se anuncia que se tratará…y que incluso pueden llegar a acaloradas discusiones sobre argumentos que no están absolutamente relacionados entre sí. Un caso a la mano es el de algunos políticos que, al ser entrevistados, sienten que el conductor les transmite el mensaje de que la ciudadanía dice que ellos no hacen su trabajo y se dedican a defenderse y decir que sí hay obras de tal o cual clase, en vez de describir las ventajas y desventajas de aquellas acciones por las que se les invitó. Y como los conductores quieren hablar de un tema que no era el propuesto, y los políticos rara vez quieren hablar de algo que no sean sus aspiraciones al siguiente puesto en su trayectoria, y como el auditorio sólo escucha para divertirse y no para informarse, todos contentos y cada quien habla, escucha e interpreta lo que le da su real o plebeya gana…

miércoles, 23 de junio de 2010

Transporte privado frente a transporte público (Los lectores toman la palabra)

El día de hoy está usted en posibilidades de comprar un vehículo nuevo que le cuesta 150 mil pesos. La tenencia y otros trámites otros diez mil pesos. Súmele el seguro para su auto nuevo. Si usted es inteligente, comprará un auto que no se encuentra en la lista de los más robados en México (algunos Nissan y VW encabezan la lista) y con ello reducirá la prima del seguro. El total hasta el momento: 165 mil pesos.

Su nuevo vehículo funciona muy bien con gasolina Magna, a ocho pesos el litro. Si usted paga por los servicios de mantenimiento dos mil pesos al año, costo que podemos sumar a los ocho mil pesos que gastará en los mil litros que le servirán para recorrer los primeros diez mil kilómetros. A precios actuales, eso equivale a un costo de diez mil pesos anuales en gasolina y servicios, además de los pagos en tenencias, refrendos de placas, verificaciones, una que otra multa por infracciones al reglamento de tránsito, que sumarán otros diez mil anuales. Digamos que su carro sobrevive seis años en buenas condiciones y que logra recorrer cien mil kilómetros. Son ya 120 mil pesos entre multas, servicios y combustible, los que sumados a los 165 mil pesos iniciales dan un total de 285 mil pesos para los primeros cien mil kilómetros, equivalentes a 47,500 pesos anuales.

Usted no paga estacionamiento mientras está en su trabajo, no tiene accidentes que impliquen pagar el monto del deducible del seguro, y tampoco le pondrá aditamentos y chucherías a su vehículo. Si llegara a hacerlo, incurriría en gastos adicionales. ¿A cuánto salió el kilómetro recorrido? Casi tres pesos el kilómetro. ¿Cuántos de esos cien mil kilómetros recorrería usted en carretera entre una ciudad y otra? Los traslados en avenidas anchas y relativamente rápidas (de 40 kilómetros por hora promedio) no equivalen a viajes en carretera.

¿Qué pasa si comparamos los costos del transporte en un vehículo particular con los costos de los traslados a pie, bicicleta, transporte público? ¿Son sus zapatos tan caros que cada kilómetro que recorra con ellos le cueste tres pesos o más? ¿Cuántos kilómetros puede recorrer con las llantas y el equipo normal de una bicicleta de seis mil pesos? ¿Cree usted que la bicicleta se acabaría antes de dos mil kilómetros (suponiendo que le da el mantenimiento adecuado)? ¿Cuántos viajes hace un usuario común del transporte público con esos 285 mil pesos que costaron sus hipotéticos traslados durante seis años? Al precio del transporte público en Guadalajara son 47,500 viajes. Aun si quien se transporta en transporte público tuviera que abordar cuatro distintos autobuses diarios, ello significaría el equivalente a trasladarse 11,875 días. Incluyendo sábados y domingos, poco más 32 años.

¿Vale la pena “invertir” en un vehículo para carretera que se usará principalmente en la ciudad? ¿No sería más sensato invertir en transporte colectivo? Planteado de otra forma: ¿por qué, quienes nos movemos en las ciudades, optamos por gastar nuestro dinero en comprar un vehículo particular en vez de presionar para mejorar el transporte colectivo? ¿Cuántos usuarios de vehículos particulares, a lo largo de los años, hemos malgastado –a través de los políticos que nos representan al gastar los impuestos– nuestro dinero en vehículos particulares, los recursos de los ayuntamientos y de los contribuyentes, nuestro tiempo y el aire que respiramos, presionando para que haya calles más amplias en las que quepan más y más veloces vehículos, en los que haya cada vez menos árboles y en los que se dan tantas fatalidades por los choques entre esos vehículos y entre ellos y los peatones que osan acercarse a las vías rápidas y no tanto?

¿Por qué seguimos favoreciendo el enfrentamiento entre lámina contra epidermis y no promovemos el uso de métodos alternativos para distancias medias en los traslados urbanos? Por otra parte, ¿qué pasa con nuestros sistemas de transporte regional que, en vez de contar con trenes entre ciudades relativamente cercanas (por ejemplo de Guadalajara a Tepatitlán, o de Aguascalientes a León) recurrimos todavía al costoso sistema de carreteras “de cuota” en las que todos cooperamos para embotellarnos, accidentarnos y pagar por usar una superficie con nuestros propios vehículos por los que ya pagamos muchos otros costos?

¿De qué manera las superficies que ocupan las calles, cada vez más amplias, y las carreteras, cada vez más letales, nos consumen espacios de convivencia, de áreas verdes, de esparcimiento e incluso de trabajo? ¿Cuál es la lógica de cambiar de vehículo cada determinado número de años o de kilómetros para volver a pagar, desde el principio, múltiples costos por el afán de conservar la garantía del fabricante y contribuir con impuestos adicionales a los costos elementales de mantener un vehículo en funcionamiento? ¿Qué evita, aparte de las políticas oficiales de promoción de la compra/venta de automóviles nuevos que en su totalidad son de marcas extranjeras, que los usuarios de las ciudades seamos usuarios del transporte público y complementemos con traslados en bicicleta y a pie? ¿Nos lo evita nuestra creencia en que el vehículo más potente, más brilloso, más equipado, hará también más potentes a nuestros egos y más atractivas nuestras cualidades personales? ¿No usamos el transporte público y los medios alternativos porque odiamos sudar y preferimos gastar nuestro tiempo y nuestro dinero en reparar los daños que causamos generando más calentamiento global y más calor en nuestro entorno?

¿Apuesta a esa lógica el gobernador, al proponer construir una vialidad exclusiva para vehículos particulares a los que se les cobrará por recorrerla? ¿Está usted dispuesto a añadir a los costos de trasladarse de un lugar a otro, el de un peaje por atravesar la ciudad de sur a norte y viceversa?

(Carta publicada en la sección "Los lectores toman la palabra" de Públlico-Milenio, el 22 de junio de 2010)

lunes, 7 de junio de 2010

370,000 kms

Son apenas el equivalente a 9.35 vueltas a la tierra por el Ecuador. Seguramente cualquier ejecutivo/viajero inscrito a los programas de acumulación de millas ya ha obtenido y cobrado esa cantidad de kilómetros (transformada en millas: 229,956) más de una vez. Suponiendo que cada kilómetro recorrido consuma una décima de litro de gasolina, son apenas 37,000 litros de gasolina. Si tomamos en cuenta que el tanque de gasolina de un V.W. Sedán contiene exactamente 10 galones (37.85 litros), equivalen a 977.54 tanques llenos. Es decir, suponiendo el mismo rendimiento promedio de kilómetros por litro, esos 370 miles de kilómetros no son ni siquiera mil tanques llenos, pues esa cantidad de litros debería alcanzar para 378500 kms.

Para recorrer la cantidad de 3 millones 700 mil cientos de metros, a mi carrito VW Sedan modelo 1977 y a mí, nos ha tomado apenas 32 años, 8 meses y 23 días. Al costo actual de $8 pesos mexicanos por litro de gasolina, eso significa que, tan sólo en consumo de combustible, ello ha significado una erogación de $296,000 pesos, bajo la suposición de los 10 kms recorridos por cada litro de gasolina consumido.

Supongamos que siempre he sido puntual y que le he cambiado los 3 litros de aceite que corresponde cambiar al motor cada 3mil kilómetros. Ello equivaldría, muy fácil en la matemática de los ingenieros alemanes que siguieron los pasos de don Ferdinand Porsche y su diseño original en los años treinta, a un litro por cada mil kilómetros recorridos. Es decir, 370 litros de aceite consumidos en poco menos de 33 años. Cambiemos, para celebrar tan cerrada cifra (que se parece al número de teléfono de alguna compañía realmente existente en mi pueblo tapatío), otros 3 litros de aceite y al cumplir los 33 años, reminiscentes de los sabores del helado de una nevería laguense de mi infancia, pero también de los grados de la masonería, habremos consumido 373 litros de aceite, al precio actual de $14 pesos por litro. Es decir: $5,222 pesos mexicanos.

Tras considerar ese gasto en los fluidos básicos para un V.W. sedán cabe sumar a la cantidad acumulada de $301, 522 pesos, la cantidad en pesos que costó el vehículo en 1977 ($83,700), más algunos otros “detalles” como los dos vidrios rotos de su historia ($30 y $60 pesos en sus épocas – ignoro el precio actual que tendrán una aleta y una ventana delantera), además de hules diversos, salpicaderas, tapas de la cajuela y del motor, baterías, faros, estribos, sucesivos estéreos y bocinas, un juego de asientos y 4 juegos de llantas (con el cambio de 4 llantas cada 80,000 kilómetros), un repintado en gris perla y un pintado completo en plateado, además de los múltiples servicios de afinación, balanceo, alineación, ajustes de frenos. A los $385,222 sumemos una cantidad estimada en $114,778 pesos en múltiples servicios y chucherías. Son “apenas” medio millón de pesos. Añadamos los 10 años del impuesto a por el uso y tenencia de automóviles ($300 pesos cada año, mismos que pagué entre 1977 y 1986) y los demás impuestos por refrendo de placas y aquellos pesos con los que contribuí al fisco al pasarme un alto del semáforo, dar una vuelta prohibida, exceder los límites de velocidad o estacionarme en donde me dio la gana: digamos, ¿otros $100,000 pesos?

¿Puedo afirmar que –casi 33 años después - tengo un vehículo equivalente a los $600,000 pesos que me ha costado transportarme de aquí para allá por mi pueblito tapatío y entre San Francisco, California, la Ciudad de México y Xalapa, Veracruz (los puntos más lejanos de la geografía que ha logrado recorrer el producto poblano adquirido en los años setenta)? Si un carrito que inicialmente costó poco más de 80 mil pesos acaba por costar tanto ($600 mil) en unos cuantos kilómetros, mismos que no llegan siquiera a las diez vueltas al planeta, ¿vale la pena adquirir uno de ese mismo precio en pesos actuales?

Aparte de las evidentes diferencias de un VW sedán (un modelo que tanto se usó en carretera en los setenta y ochenta y parte de los noventa) frente a los vehículos equipados y adecuados para los viajes por caminos carreteros en los que no circulan ya carretas y muy escasos VW sedán, ¿cuáles son las ventajas en seguridad y servicios en el transporte urbano? ¿Vale la pena “invertir” en un vehículo para carretera que se usará principalmente en la ciudad? ¿No sería más sensato “invertir” en transporte colectivo? ¿Cuántos viajes se pueden hacer con esos $600 mil pesos en mi pueblito tapatío? Suponiendo los precios actuales de $6 pesos por viaje, la cosa es fácil de calcular (es incluso más fácil que la matemática de los ingenieros alemanes que metieron un tanque de gasolina de 10 galones n el sedán). 600,000/6 = 100,000 viajes…

Planteado de otra forma: ¿por qué, quienes nos movemos en nuestras ciudades, optamos por gastar nuestro dinero en comprar un vehículo particular en vez de presionar para mejorar el transporte colectivo? ¿Cuántos usuarios de vehículos particulares, a lo largo de 10, de 20, de 30 o de 35 años, hemos malgastado – a través de los políticos que nos representan al gastar los impuestos – nuestro dinero, los recursos de los ayuntamientos y de los contribuyentes, nuestro tiempo y el aire que respiramos, presionando para que haya calles más amplias en las que quepan más y más veloces vehículos, en los que haya cada vez menos árboles y en los que se dan tantas fatalidades por los choques entre esos vehículos y entre ellos y los peatones que osan acercarse a las vías rápidas y no tanto?

¿Por qué seguimos favoreciendo el enfrentamiento entre lámina contra epidermis y no promovemos suficientemente el uso de métodos alternativos para distancias medias en el transporte urbano? ¿Qué pasa con nuestros sistemas de transporte regional que, en vez de contar con trenes entre ciudades relativamente cercanas (por ejemplo de Guadalajara a Tepatitlán, de ahí a San Juan de los Lagos y a Aguascalientes, de Aguascalientes a León, de ahí a Querétaro y a la capital del país) recurrimos todavía al costoso sistema de carreteras “de cuota” en las que todos cooperamos para embotellarnos, accidentarnos y pagar por usar una superficie con nuestros propios vehículos por los que ya pagamos muchos otros costos?

¿De qué manera las superficies que ocupan las calles (cada vez más amplias, como el periférico Gómez Morín o las vías relativamente rápidad de Lázaro Cárdenas y López Mateos en Guadalajara) y las carreteras, cada vez más letales, nos están consumiendo espacios de convivencia, de áreas verdes, de esparcimiento e incluso de trabajo? ¿Cuál es la lógica de cambiar de vehículo cada determinado número de años o de kilómetros para volver a pagar, desde el principio, múltiples costos por el afán de conservar la garantía del fabricante y contribuir con impuestos adicionales a los costos elementales de mantener un vehículo en funcionamiento? ¿Qué evita, aparte de las políticas oficiales de promoción de la compra/venta de automóviles nuevos que en su totalidad son de marcas extranjeras, que los usuarios de las ciudades seamos además usuarios del transporte público y complementemos con traslados en bicicleta y a pie? ¿Nos lo evita nuestra creencia en que el vehículo más potente, más brilloso, más equipado, hará también más potentes a nuestros egos y más atractivas nuestras cualidades personales? ¿No usamos el transporte público y los medios alternativos porque odiamos sudar y preferimos gastar nuestro tiempo y nuestro dinero en reparar los daños que causamos generando más calentamiento global y más calor en nuestro pueblito? Visto ya que a los habitantes de nuestro país poco les importa ya convertirse en obesos, en buena parte por no realizar una actividad tan sencilla como caminar, habría que encontrar la manera de resolver el misterio de cómo vencer los afanes del glamour y encontrar soluciones que sean atractivas (y que incluso suenen “sexis”) para quemar menos cómbustibles fósiles y pedalear y caminar más…

EL TERCER EJÉRCITO: envío de mi compañero y amigo Francisco Murra

Me escribe Paco, con este escueto mensaje de presentación al texto que le sigue: "Algunos no estan enterados, Pero Mauricio Murra asesinado en la balacera de Mayo en Torreón fué hijo de Luis mi hermano, y comparto esta reflexión de un cercano amigo de Mauri, Desde cada lugar hemos de poder hacer algo por un cambio valoral. Lic. Francisco Murra Castillo"


EL TERCER EJÉRCITO


Me opongo a la violencia, porque cuando parece causar el bien éste sólo es temporal, el mal que causa es permanente” –Ghandi.-

Durante los últimos meses no había cosa más importante en mi ser que prepararme para ganar en esta convención, practicaba y estudiaba con gran ahincó para hoy dar mi mejor y resultar galardonado en esta competencia; es asombroso, e incluso impactante, como la vida en un instante te hace partícipe de duros y terribles acontecimientos que te transforman y marcan por siempre. La vida a través de ese sutil y trágico andar, hace que una mañana común despiertes con un reflejo diferente, un reflejo lacerado que tristemente jamás será igual.

Y todo ello debido a los horrendos acontecimientos suscitados en mi bella, pero hoy secuestrada y atemorizada, ciudad de Torreón, Coahuila el fin de semana pasado. En donde un grupo de bandoleros desalmados dispararon sin piedad sus balas en un bar robándoles instantáneamente la vida a dos amigos del alma con los cuales había convivido por más de 15 años, y a otros seis jóvenes más. Mis hermanos y los demás jóvenes cometieron un pecado terrible que los condenó a perder sus vidas, el pecado de buscar un lugar en donde compartir una copa con un amigo.

Este dolor que hoy ahoga todas las fibras de mi ser, no se compara con el sufrimiento que los hoy inconsolables padres de mis amigos sintieron a la hora de recibir una llamada en la madrugada, que espero de corazón amigos de toda la república, jamás reciban: la llamada de un frio asistente de hospital que solicita ir a reconocer el cuerpo de su hijo asesinado en una masacre. ¿Qué no suponía la ley de la vida que los hijos enteraran a sus padres y no viceversa? ¿Qué no suponía que estos jóvenes debían disfrutar las bellezas y experiencias que tiene la vida por el pasar de los años? Antes de su último aliento ¿mis hermanos se habrían dado cuenta que jamás se titularían, que jamás se casarían y tendrían familia, que jamás sabrían lo que es regresar a casa y recibir el cálido abrazo de una madre amorosa que los espera y que vive por y para ellos? ¿Habrían pensado que sus vidas se convertirían en un número y una estadística más?

Uno de mis hermanos asesinados se llamaba Mauricio Murra, un joven brillante quien, sin lugar a dudas, auguraba un futuro más que exitoso. Dedicaba su vida entera al estudio, el trabajo y la familia; recuerdo con nostalgia que siempre llevaba consigo una pulsera en su diestra que tenia las letras WWJD, que representan la abreviatura al español “¿Qué haría Jesús?”, y siempre que se encontraba en momentos difíciles consultaba su pulsera y se encomendaba a Jesucristo; el día de hoy esa pulsera continúa iluminando senderos, pero no de él, sino de una madre inconsolable que busca la pronta y ardua resignación.

Y como Mauricio muchos más, esta guerra está acabando no sólo con policías y criminales, sino con inocentes, particularmente jóvenes, y con ello no sólo se arrebata la tranquilidad y vida de sus padres, si no la esperanza de un país que finca su futuro en ellos, es decir, no sólo acaban con sus vidas sino con propuestas, ideas, arte, anhelos que hoy más que nunca este México del siglo XXI necesita.



Amigos, seamos consientes de que ni el gobierno ni los cárteles tienen la culpa. La responsabilidad principal es de nosotros: la sociedad. Una sociedad adormecida, pasiva y temerosa, secuestrada no por la violencia, sino por el miedo; que nos mantiene cabizbajos y tolerantes a las calamidades que suceden día con día en nuestras calles. ¿Cuántas muertes más se requieren para que tomemos la responsabilidad y actuemos? ¿Necesitamos que nuestros hijos sean desangrados para levantarnos?

Yo creo que no. Yo no creo que sea necesario que la tragedia toque todos y cada uno de nuestros hogares para levantarnos. Y sí, necesitamos levantarnos en armas, hacer una revolución en la cual nuestro fusil sea el raciocinio y nuestras balas la palabra; en donde reclutemos a soldados de paz y agentes de cambio que busquen más que violencia, soluciones. Formemos un tercer ejército en donde la trinchera sea el cambio y el servicio social; que busque sanar el resquebrajado tejido social ya que de éste deriva el conflicto; un ejército que entienda que la crisis de inseguridad no es económica o política, sino social; entendamos que está en nosotros y no en un político ni en un policía el rescate de este país.

Pero ¿cómo? Cómo formar un tercer ejercito, el social, el de paz y combatir desde esa trinchera. Parar ello quisiera compartirles nuestra propuesta surgida en Torreón para no quedarnos cruzados de brazos ante la injusta muerte de nuestros amigos: 10 jóvenes nos reuniremos para crear una asociación civil que tenga un objetivo claro: crear oportunidades de desarrollo a aquellas personas abandonadas por la sociedad; llámese pobres, desadaptados, jóvenes banda etc. Estas oportunidades las crearemos organizando torneos deportivos, manifestaciones culturales y capacitaciones académicas y laborales mediante convenios de colaboración con universidades. Imaginen ustedes el impacto positivo que tendría, por ejemplo, el ofrecer un diplomado en carpintería exclusivo para lavacoches y limpiaparabrisas, que mediante esa educación se les inculque lo que es la cultura del esfuerzo y tengan una alternativa real a unirse a las filas del narcotráfico.

Tal vez piensen que estas labores para “mantener la mente ocupada” de los jóvenes las realiza ya el gobierno, y están en lo correcto. Sin embargo creo que estas acciones carecen de continuidad debido a que son planes sexenales o trianuales y dependen del color rojo, azul, amarillo o verde. Nosotros sociedad no dependemos de una fecha de caducidad ni de un color, nosotros somos los únicos que podemos ofrecer un programa de carácter permanente desde y para la sociedad.

Amigos de la república, despertemos de esta pesadilla. Tomemos la acción y combatamos al crimen como sociedad, como un todo, como un pueblo unido que busca rescatarse a sí mismo.

¡Unámonos! Que las fronteras de la sociedad sean arrasadas y demostremos que somos un pueblo con memoria histórica y alto compromiso social.

¿Amas a tu país? ¡Demuéstraselo con acciones! Y no le cierres la puerta a alguien que el día de mañana pueda ser el secuestrador de tu hijo. Te invito a que te unas a esta revolución del pensamiento y a este ejército de paz promoviendo en tu ciudad oportunidades para quienes no las tienen.

Déjenme decirles, como diría Ernesto Guevara, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor.

jueves, 20 de mayo de 2010

Coloquio internacional: creatividad social y cultural emergente. 12-14 de abril del 2011, UNAM

Convocatoria

Instituto de Investigaciones Sociales

de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS-UNAM)



Laboratorio Internacional de Investigación Social y Cultural



CesNova, Centro de Estudos em Sociologia

Faculdade de Ciências Sociais e Humanas da Universidade Nova de Lisboa (Portugal)



Chaire de Sociologie, Travail Social et Politiques Sociales

de l’Université de Fribourg (Suisse)



En el marco del :

Comité de Recherche 30 – Inégalités, Identités et Liens Sociaux de l’Association Internationale des Sociologues de Langue française

(AISLF)

Coloquio internacional Colloque international

Creatividad social y cultural emergente

Créativité sociale et culturelle émergente

Los rostros plurales del individuo frente a la incertidumbre

Les visages pluriels de l’individu incertain

Dónde y Cuándo
El Coloquio tendrá lugar los días 12, 13 y 14 de abril de 2011, en la sala de conferencias del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (Circuito Mario de la Cueva, Ciudad Universitaria, Campus de la UNAM, México DF).

Comité científico

Guy BAJOIT, Université Catholique de Louvain-la-Neuve, Belgique ;

guy.bajoit@uclouvain.be

Casimiro BALSA, Universidade Nova, Lisboa, Portugal ; cm.balsa@fcsh.unl.pt

Pablo S. GARCIA, Universidad de Buenos Aires, Argentina ;

pabloseba77@hotmail.com

Mario SANDOVAL, Universidad Católica Silva Henriquez, Santiago, Chile;

msandoval@gmail.com

Marc-Henry SOULET, Université de Fribourg, Suisse ;

marc-henry.soulet@unifr.ch

Hugo José SUAREZ, Universidad Nacional Autónoma de Mexico ;

hugojose@unam.mx

Verónica ZUBILLAGA, Universidad Simon Bolivar, Caracas, Venezuela ;

vzubillaga@usb.ve

Comité organizador

Para mayor información dirigirse a:

Hugo José SUAREZ, Universidad Nacional Autónoma de Mexico

Guy BAJOIT, Université Catholique de Louvain-la-Neuve

Antecedentes

Este encuentro científico se inscribe dentro de una línea de reflexión inaugurada en coloquios anteriores organizados tanto por el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, como por el Comité de Recherche 30 de la AISLF.

En este sentido, en marzo de 2009, Hugo José Suárez, Guy Bajoit y Verónica Zubillaga organizaron, en el IIS de la UNAM, un encuentro sobre el tema Malestar social y angustia de existir . El propósito de este primer intercambio fue el de poner en evidencia, en diferentes grupos sociales, las formas de malestar existencial que resultan de los cambios sociales, económicos, tecnológicos, políticos y culturales que tienen lugar en nuestras sociedades y más particularmente en América Latina.

En marzo de 2010 volvieron a organizar, en el mismo marco institucional, un segundo encuentro como prolongación del primero, que tuvo como tema La incertidumbre y las estrategias de sentido . Entusiasmados por el éxito de estos dos encuentros, los organizadores proponen ahora no solamente extender la participación organizando en abril 2011 un tercer coloquio con la colaboración de la AISLF, sino también dar un paso más en la profundización de la problemática de la creatividad social y cultural del individuo frente a la incertidumbre.

A su vez, y durante varios años, el Comité de Recherche 30 de la AISLF ha organizado numerosos coloquios sobre estos mismos problemas. Para mencionar solamente los que se relacionan más directamente con el tema aquí propuesto: en la Universidad de Fribourg (Suiza), en 2002 : «Enfrentar o escapar. Actuar en situaciones de vulnerabilidad»; en la Universidad de Tours (France), en 2004 : «Retorno al individuo y en torno al individuo: individuación y sociedad de desigualdades»; en la Universidad de Concepción (Chile), en 2008 : «El contrato social en un mundo en vías de globalización»; en la Universidad de Montes Claros (Brasil), en 2010 : «Los Recursos de la lucha contra la pobreza: entre control societario y reconocimiento social».



Problemática

En las sociedades regidas por el modelo cultural « individuo-sujeto-actor », cada individuo se siente presionado por la cultura que lo rodea a realizarse como persona singular, a elegir su vida, a vivirla con pasión y disfrute, a ser autónomo y responsable de sí mismo, a no tropezar con ninguna de las piedras que se encuentran en su camino. Ahora bien, es difícil cumplir con tales exigencias y de allí resulta un malestar. Si bien es cierto que aquellos que están en situaciones de precariedad y los excluidos son los más vulnerables, no es menos cierto que la incertidumbre puede afectar a cualquiera. En efecto, esta « hidra » moderna tiene, si no siete, al menos cinco cabezas :

1. La exigencia de competir genera el aumento de la precariedad, de las desigualdades, del desempleo y, en general, de la exclusión social. Al mismo tiempo, la exigencia insistente de consumir hace desear a los individuos bienes y servicios que difícilmente podrán procurarse. Algunos lograrán conseguirlos, pero trabajando de manera excesiva (estrés), convirtiéndose en « lobos entre lobos » (hiperindividualismo) y endeudándose en exceso (consumismo); otros no lo lograrán jamás… ¡y lo saben!

2. La exigencia de una nueva ciudadanía (más pragmática, más cercana a la gente, más participativa, más descentralizada) entra en contradicción flagrante con el mundo político « traditional », que se resiste a los cambios, y que se hunde más y más en la demagogia, los negociados, las promesas incumplidas, el clientelismo, los escándalos, la corrupción, los « affaires » y, en general, la ausencia de un proyecto político alternativo al modelo neoliberal.

3. La exigencia de autonomía, de asumir responsabilidades, de ser activos, sobre las cuales las élites políticas pretenden fundar el nuevo contrato social se contradice en la práctica al menos por dos razones. Por una parte, por la insuficiencia de los medios puestos a la disposición de las políticas sociales y los servicios públicos, mientras que las necesidades no dejan de crecer. Por la otra, esta política social y pública –que pretende, en su discurso, restaurar la ciudadanía, la autonomía y la responsabilidad de los sujetos individuales- desemboca en realidad en una «caza a los aprovechadores » y de aquellos que ponen en peligro la seguridad pública.

4. La exigencia de autorrealización individual y de una relación reflexiva las normas y los valores entra en contradicción con la crisis de autoridad en las instancias de socialización (familia, escuela…). Esta crisis engendra, tanto entre los que deben ejercer la autoridad como entre quienes deben obedecerla, problemas de identidad, de relación social y de las formas cotidianas de actuar.

5. La exigencia de pluralismo, de tolerancia respecto de las diferencias, de la aceptación del interculturalismo, de la inserción de los individuos en redes, entra en contradicción con dos características importantes de las sociedades de hoy. Por una parte, la mundialización – con la generalización del American way of life –, está en vías de barrer, en todo el mundo, las culturas locales con todo el poder de convencimiento de los mass media y de las industrias culturales, provocando por todas partes un repliegue sobre las identidades étnicas y nacionales. Por la otra, estos repliegues culturales con frecuencia tienen visos de racismo, y el racismo, como la extrema derecha, es una de las formas de respuesta a la incertidumbre a la cual la gente es arrastrada en su vida cotidiana hoy en día.

¿Cómo se « las arreglan » los individuos con estas formas de incertidumbre? La pregunta que provoca el coloquio al cual los convocamos es la que demanda por las formas de creatividad social y cultural, que emergen de los individuos afectados por el malestar y la inquietud. El acento se pone, en esta oportunidad, en la innovación, en la capacidad de individuos en incertidumbre de inventar por sí mismos las soluciones a sus problemas, y de conducirse de este modo, dentro de los límites de sus recursos, como sujetos y actores de su existencia.

Sin pretender ser exhaustivos, y con el único fin de ilustrar una problemática que los participantes no dejarán de enriquecer con sus aportes, se puede señalar que la creatividad de la que se trata aquí, se expresa en todas las categorías de individuos afectados por la incertidumbre. He aquí algunos ejemplos.





Los rostros de los jóvenes frente a la incertidumbre

Enfrentados a un futuro más o menos inquietante, según los recursos de que disponen, los jóvenes adoptan múltiples formas creativas de adaptación : entran en « el sistema » y se convierten en trabajadores precarios pero flexibles, consumidores competitivos y conectados con la web ; participan en grupos de pares (bandas de música, tribus urbanas, fans…) ; forman parte de movimientos políticos (altermundialismo, anarquismo, extrema derecha…), de corrientes artísticas (hip-hop, rap, tag…) o religiosas (cristianos, musulmanes, budistas…) ; y, ¿por qué no? ¡se casan y tienen hijos!

Los rostros de la mujer, del hombre y de la pareja frente a la incertidumbre

Más allá de los progresos innegables frente a las discriminaciones de las que continúan siendo víctimas, las mujeres siguen exigiendo la igualdad que les ha costado cara a las feministas. Pero al mismo tiempo –el modelo cultural obliga- reivindican también su derecho a una identidad singular, a la libre elección de la vida que pretenden llevar: vivir solas o en pareja, ser hétero u homosexuales, tener o no niños, llegar a ser profesionales o solamente amas de casa, ser frívolas y seductoras o llevar el velo islámico, como más les guste, y sin que eso sea necesariamente incompatible.

Pero si el género femenino « ya no es más lo que era», al género masculino no le va mejor « en lo suyo» : ¿cuáles son las normas de la masculinidad de hoy ? Mientras que la mayoría de las mujeres se hallan en empleos, el hombre es considerado todavía el proveedor del hogar? ¿Cuál es su posición en la división de las tareas llamadas « domésticas »? ¿Cómo se comporta en lo que atañe a la sexualidad? ¿Cómo ejerce su paternidad?

Y, por supuesto, hombres y mujeres que están en un proceso de crear nuevas identidades generan parejas más inciertas que nunca, y lo mismo pasa con los niños y las familias cuyo futuro ya no es previsible.

Los rostros del trabajador frente a la incertidumbre

En todas partes, el modelo económico y tecnológico neoliberal ha impuesto sus condiciones : reestructuración y deslocalización de las empresas, robotización de la producción, individualización de los contratos de trabajo, desmovilización del sindicalismo, puesta en práctica de una nueva cultura empresarial. Los grupos financieros y comerciales más fuertes imponen la libre competencia a los más débiles, mientras que ellos mismos no la respetan. Esto ha dado por resultado una precarización del trabajo y un retroceso de la seguridad social. En el sector formal, los trabajadores deben sobresalir en su desempeño si quieren conservar su empleo; en el sector informal, deben inventar soluciones: empresas recuperadas autogestionadas, trueque, monedas locales, economía social solidaria…

Los rostross del ciudadano y del militante frente a la incertidumbre

Ayer, el ciudadano estaba seguro de sus premisas. Era « de izquierda » (anticapitalista, antiimperialista, socialista revolucionario o socialdemócrata) o era « de derecha » (lo contrario). Hoy, ya no sabe por dónde pasa la línea divisoria: los revolucionarios ya no son creíbles, los socialdemócratas son tan liberales como la derecha y, después de la última crisis, los neoliberales hablan de la necesidad de volver a una regulación del mercado por parte del Estado. ¿Cómo ser ciudadanos hoy en los países donde el Estado es incapaz de asegurar sus funciones esenciales: garantizar la seguridad de los ciudadanos, ejercer la violencia legítima, garantizar el contrato social a través de una solidaridad institucionalizada, legislar y gobernar, mantener su soberanía en un orden mundializado? ¿Y cómo ser militante político o social cuando las apuestas se han diversificado? Hay todavía sindicalismo (obrero o campesino), sin duda, pero existe también la defensa del medioambiente, de los consumidores, de la democracia, de los servicios públicos, de los pueblos originarios, de las mujeres, de los jóvenes, de los excluidos, de los inmigrantes, de los homosexuales, etc., etc.

Los rostros del creyente frente a la incertidumbre

Ayer, Occidente era católico o protestante, o bien laico (que era otra forma de ser creyente). Hoy, el creyente puede elegir, pero ya no sabe en qué creer: sectas e iglesias se entregan a un proselitismo encarnizado, y no es siempre la convicción religiosa lo que decide la adhesión. El creyente puede reafirmar su fe antigua o construir sus creencias « a la carta », combinando un poco de budismo, un poco de islamismo, un poco de animismo y aun de superstición.



Estructura del coloquio

El coloquio incluirá cinco o seis medias jornadas de trabajo (según las propuestas de comunicación aceptadas) : dos el martes 12, dos el miércoles 13 y una o dos el jueves 14 de abril. Cada una será introducida por dos conferencias plenarias, una por un conferencista latinoamericano, y otra por un conferencista propuesto por la AISLF. Si el número y los temas abordados por los participantes lo admiten, los cinco campos de innovación antes enunciados deberían permitir la distribución de las comunicaciones en mesas redondas, paralelas o simultáneas.

¿Cómo participar?

Los investigadores interesados en participar de este coloquio deberán comunicarse con uno u otro de los siguientes miembros del Comité organizador: Hugo José Suárez y/o Guy Bajoit. Deberán enviarles un resumen detallado de la comunicación que van a presentar (en francés o en castellano). Les pedimos que hagan este envío antes del 31 de septiembre de 2010, a fin de poder ofrecer una respuesta con tiempo suficiente para que los que deseen solicitar financiamiento a sus organizaciones, tengan el tiempo necesario. El Comité científico examinará las propuestas y comunicará su decisión antes del 31 de octubre de 2010.

Informaciones prácticas

Se comunicarán próximamente.

lunes, 10 de mayo de 2010

No tengo tiempo, no tengo tiempo

En las épocas en que mi sobrino Emilio solía quedarse a dormir en casa de su abuela, en donde yo también vivía, tenía sobre mi buró un par de libros de Lewis Carroll. En la portada de uno de ellos aparecía claramente la liebre, siempre apurada, de la historia de Alicia. Emilio, que sabía a la perfección sobre el desdoblamiento de Alicia – Mariana, solía llegar hasta el buró para ver el dibujo y yo siempre le decía que en realidad se trataba de una foto de su madre (mi hermana Hilda), quien toda la vida ha estado en apuros y con el tiempo recortado. ¿Cómo podía ser que incluso después de su boda mi hermana corriera a dar su clase en la U. de Guadalajara, en vez de ir a celebrar su propio desposamiento, dejándonos a la familia la responsabilidad de platicar con el nuevo marido en tan marcada ocasión? Es algo que yo me había planteado ese día y era la pregunta a la que siempre recurría ante sus negativas a asistir a alguna otra comida, cena o paseo familiar.

Ahora mi sobrino Emilio, ante mis invitaciones para que vaya a comer a la casa en la que vivo con su tía y sus primos, responde “no tengo tiempo, voy a estar muy ocupado”. A sus casi 16 años, está siendo invadido por la predicción / despcripcíon de aquel título de Ulalume González de León: “A cada rato Lunes”. El problema es que en esta ciudad en que antes lográbamos ir de compras y de paseo a Plaza del Sol y regresar una hora después, ahora tan sólo realizar ese trayecto de los nueve semáforos que separan nuestras respectivas casas (la de mi sobrino-hermana y la mía con mis familia) de ese setentero centro comercial en ocasiones ya nos consume los sesenta minutos en los que antes ya estábamos de regreso.

¿Cómo era posible que en mis tiempos de estudiante alcanzara a leer mis múltiples asignaciones (en especial los cientos de páginas que asignaba y revisaba Ricardo Melgoza), y que además tuviera tiempo de andar en bicicleta, jugar futbol, invadir la casa-clínica de mi amigo y ahora compadre Juan José Morales, leer novelas, lavar carros (el mío y el de mi padre, y a veces hasta el de mi primo Robertime), además de cortar el pasto, sacar las hojas y barrer la entrada y cochera de la casa materna, además de ir a ver películas tan incongruentes como Star-Wars y otras más de la época? ¿Cómo? ¿De dónde salía el tiempo? ¿Qué hacía que fuera posible que la mamá de mi amigo Juan José me asignara a llevar a su padre a tomar fotos en una extensa región de Los Altos de Jalisco para promover carreteras entre Atotonilco y Puente Grande para lograr que su rancho Betania quedara adecuadamente comunicadoy que alcanzáramos a volver a tiempo para la cena? ¿Cómo alcanzaba a ir a clase, tener amigos, visitar a mi hermana, pedalear con mi hermano y sus amigos, pelear con mi madre y pasear con mi padre, todo el mismo día?

Algo ha pasado, además de mi creciente lentitud en el pensar y en el andar, que ha hecho que una sola actividad tome más horas en esta ciudad de lo que solía tomar. ¿Será que también nos estamos convirtiendo en liebres y hemos de desdoblarnos en más ahora que nuestros trabajos se han tornado más flexibles y nos vemos obligados a pasar más horas frente a la computadora de las que pasábamos en las “lentas” máquinas de escribir? ¿Cómo es que más rapidez no derive en más tiempo libre? ¿Por qué es tan poco el tiempo que puedo dedicar a mis hijos, si a la edad que tengo ahora mi padre alcanzaba a subir el nevado de Colima con nosotros, nuestros primos y amigos y todavía llevarnos a comer a Ciudad Guzmán? ¿Será que nos levantábamos más temprano, como los maestros que “trabajan” 25 horas días? Misterios de un ritmo que ahora equivale a un “a cada rato enero…” y en el que los años productivos y recreativos se nos acaban sin darnos cuenta…¿será tan sólo culpa del horario de verano?

martes, 6 de abril de 2010

Oxymorons - contradicciones

Nevin Siders, colega traductor, envía esta enumeración a la "lista de correos" en la que estoy suscrito...
¿Tienes más sugerencias?

virtual reality
original copy
old news
act naturally
pretty ugly
living dead
jumbo shrimp
rolling stop
constant variable
exact estimate
paid volunteers
civil war
sound of silence
clever fool
only choice



What about my favorite: military intelligence? (eso, añado yo, es lo que cree ejercer u señor de apellido Calderón en mi país)

Según el sitio answers.com, "Oxymoron" se define así: n., pl., -mo·ra (-môr'ə, -mōr'ə), or -rons.



A rhetorical figure in which incongruous or contradictory terms are combined, as in a deafening silence and a mournful optimist.


[Greek oxumōron, from neuter of oxumōros, pointedly foolish : oxus, sharp; see oxygen + mōros, foolish, dull.]


oxymoronic ox'y·mo·ron'ic (-mə-rŏn'ĭk) adj.


oxymoronically ox'y·mo·ron'i·cal·ly adv.


Wordsmith Words: oxymoron  (ok-see-MOR-on, -mor-)


noun, plural oxymora or oxymorons


A figure of speech in which two contradictory terms appear together for emphasis, for example, "deafening silence".


Etymology


From Greek oxymoron, from neuter of oxymoros (sharp dull), from oxys (sharp) + moros (dull). The word moron comes from the same root

miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Necesitas cereales? come pollo...¿Alimentación por modus ponens?

Me enviaron esto...por supuesto que yo sigo necio y no hago caso a estos consejos, pues ¿qué sería de mí si dejara de correr (entre otras actividades)? Ya sabrán si quieren seguir la guía de este señor...

"PARA QUE VEAN, COMO HEMOS VIVIDO EN EL ERROR Y VIENE ESTE BUEN HOMBRE A INDICARNOS, COMO DEBEMOS VIVIR, Y BIEN, HAY QUE SEGUIR SUS CONSEJOS..."


El Dr. Paulo Ubiratan es el director médico del Hospìtal de Porto Alegre, en Brasil.

Este es el extracto de una entrevista en la TV local, donde se le preguntaba sobre temas de alimentación y deporte...

Pregunta: Los ejercicios cardiovasculares prolongan la vida ¿es verdad?

Respuesta: El corazón está hecho para latir una cantidad de veces determinadas. No desperdicie esos latidos en ejercícios. Su periodo de vida se gastará, independientemente de su uso. Acelerar su corazón no va a hacer que usted viva más. Eso es como decir que usted puede prolongar la vida de su coche conduciendo más deprisa. ¿Quiere vivir más? Échese la siesta.

P: ¿Debo dejar de comer carnes rojas y comer más frutas y vegetales?

R: Se necesita entender la logística de la eficiencia en alimentación.¿ Qué comen las vacas? Hierba y maíz. ¿Qué es eso? Vegetales. Entonces un filete es el mecanismo más eficaz de colocar vegetales en su sistema. ¿Necesita comer cereales? Pues coma pollo.

P: ¿Debo reducir el consumo de alcohol?

R: De ninguna manera. El vino está hecho de fruta. El brandy es un vino destilado, lo que significa que se elimina el agua de la fruta de modo que usted saque mayor provecho de ella. La cerveza también está hecha de cereales. No limite demasiado su consumo.

P: ¿Cuales son las ventajas de un programa regular de ejercicios?

R: Mi filosofía es: si no tiene dolor, no haga nada. Está usted bien.

P: ¿Los fritos son perjudiciales?

R: Hoy en día la comida se fríe en aceite vegetal. La verdad es que quedan impregnadas de aceite vegetal. ¿Como puede ser que más vegetales añadidos sean perjudiciales para usted?

P: ¿La gimnasia ayuda a reducir la obesidad?

R: Absolutamente no. Ejercitar un músculo lo único que hace es aumentar el tamaño del músculo.

P: ¿El chocolate hace daño?

R: Es cacao. Otro vegetal. Es un alimento bueno para ser feliz. La vida no debe ser un viaje para la tumba, con la intención de llegar sano y salvo, con un cuerpo atractivo y bien preservado. Lo mejor es emprender el camino, con una cerveza en la mano y un bocadillo en la otra. El mejor final es haber tenido mucho sexo y un cuerpo completamente gastado, totalmente usado, gritando: mereció la pena, qué viaje tan extraordinario. ..

P: ¿Algún consejo más que nos pueda dar?

R:  1.-Si caminar mucho fuera saludable, los carteros serían inmortales.

2.-Las ballenas se pasan nadando todo el día, solo comen pescado y solo beben agua, y sin embargo tienen el mayor porsentaje de grasa corporal que cualquier otro ser viviente.

3.-Las liebres corren, saltan y no paran, pero no pasan de 15 años de vida.

4.-La tortugas no corren y no hacen nada de ejercicio, pero viven 450 años.

sábado, 27 de febrero de 2010

Se encuentran en todas partes, aunque no siempre las veamos


Decía mi tía Pita: "¿cómo vas a escribir deshecho sin 'h'? ¡Ni modo que digas deseco!". Por más que mi padre y yo hicimos una alianza para convencerla de que hay dos distintas palabras, una que es "desecho" y tiene que ver con lo que queda de algo que se utilizó, y la otra que es "deshecho" y que refiere a algo que estaba hecho y deja de estarlo.

De tal modo, uno podría quedar "deshecho del cansancio, tanto que llegó a su casa agotado y en calidad de desecho".

Mi tía insistió en que no podría haber un "desecho, sin 'h'" y un "deshecho, con 'h'" y por supuesto que se quedó con la idea de que mi padre y yo sólo estábamos bromeando y queríamos aprovecharnos de su falta de ortografía, aunque nunca le hubiese faltado prosapia...

De maneras que en el español latinoamericano todavía no acabamos de entender, en la pronunciación de las "v" y las "b" no habría gran diferencia entre el verbo "vacilar" y el sustantivo "bacilo".

Nuestra condición de "IM-pronunciantes" de las diferencias entre "s", "c" y "z" nos hace igualmente proclives a no entender tanta insistencia en el orden de estas letras en palabras como "decisión" o como "posición" y tampoco le encontramos mucho sentido a la triple complicación de los "calzoncillos", que para la pronunciación en España representa un reto labio-dental pero en latinoamésica es simplemente la misma "cansión", como escribe Serrat para referirse a lo que se canta en esta parte del continente americano...

¿Para qué tanta complicación ortográfica, si en la vida real no hay que escribir todo lo que se dice? El problema es cuando lo que se dice acaba convirtiéndose en algo escrito y con ella nos delata como alguien de pocas lecturas...

El letrero cuya fotografía presento se encuentra en la Avenida Patria, en los confines de los municipios de Zapopan y Guadalajara. ¿Qué enseñanza derivarían estos fabricantes de desechables de sus cursos de español de la escuela primaria?...

jueves, 18 de febrero de 2010

Un debate vigente: ¿buena calidad a precio justo o baja calidad por unos cuantos centavos?

El comunicado de prensa que se reproduce a continuación plantea un problema que resulta vigente no sólo en España, sino que vale la pena analizar en sus implicaciones para el caso de otros países de América latina y quizá incluso en otros de prestigio como primer-mundistas. Es claro que la traducción por profesionales probablemente tenga menos consecuencias indeseables (no sólo en cuanto a malentendidos, sino también en cuanto a lo que corresponde a sentencias derivadas de la distorsión de interpretación o traducción en casos jurídicos) que una traducción  realizada por quienes entran en el oficio con escasa preparación y un afán de lucro basado en la prestación de servicios "por volumen"...LRMQ...A continuación el comunicado...

LA CALIDAD DE LA INTERPRETACIÓN JUDICIAL Y POLICIAL: COMUNICADO DE PRENSA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE TRADUCTORES, CORRECTORES E INTÉRPRETES (Asetrad)



Ante las recientes denuncias sobre la mala calidad de los servicios de interpretación prestados en juzgados y comisarías, presentadas por un grupo de jueces y magistrados de Madrid, la Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes (Asetrad) desea hacer llegar a las administraciones públicas en general, y a la administración de justicia y las fuerzas de orden público en particular, una serie de consideraciones.



Se hace constar que la situación creada y denunciada es consecuencia directa de un sistema de licitación mal enfocado, en el que prima exclusivamente el precio del servicio, sin que se exija prueba de garantía de su calidad. Y la calidad se asegura mediante la contratación de profesionales cualificados y el pago de un honorario que compense su esfuerzo. Es evidente que poseer tal o cual certificación según normas ISO, UNE o similares no garantiza calidad alguna, ya que la empresa cuya mala praxis ha originado la denuncia está certificada según la ISO 9000 (procedimientos en general) y la UNE-EN-15038 (procedimientos recomendados para los proveedores de servicios de traducción escrita, que no para la interpretación, es decir, la «traducción» oral). Asetrad entiende que en su lugar podría conseguirse una garantía de calidad si se pusiera en práctica una serie de medidas relativamente sencillas:



- El reconocimiento de la importancia de un servicio en el que descansa el derecho a un proceso con todas las garantías que asiste al acusado. Esto está reñido con el establecimiento expreso del criterio económico como el único en la adjudicación de contratos de prestación de este servicio y de una tarifa máxima que no puede permitir la contratación de profesionales con formación adecuada. Es de destacar la diferencia existente entre administraciones en este sentido. El Ministerio de Justicia, en su «Pliego de prescripciones técnicas para la contratación de un servicio de interpretación en los órganos judiciales adscritos a la Gerencia Territorial de Órganos Centrales» establece la tarifa máxima horaria para el servicio de interpretación, pagada a la empresa de servicios adjudicataria, no al prestador último que es el intérprete, en 60 euros netos de IVA (abonando las horas de espera al 50 %). En el «Pliego de cláusulas administrativas particulares que ha de regir en el contrato de servicios titulado Servicio de interpretación y traducción de idiomas destinado a los órganos jurisdiccionales y fiscalías de la Comunidad de Madrid», en cambio, el mismo servicio se valora para la empresa contratante en tan solo 28 euros/hora, IVA incluido (y 24,50 euros a partir de los 90 minutos, sin que se abonen las horas de espera).



- La contratación obligada de profesionales cualificados. La interpretación judicial y policial es un oficio profesional y existe la figura del «traductor-intérprete jurado» como persona cuyo dominio de los idiomas de su especialidad así como de su capacidad para emplearlos en estos ámbitos están certificados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. Se insta, entonces, a las autoridades competentes a que se establezca como obligatoria la contratación de estos profesionales «jurados», siempre que los haya con la combinación de idiomas requeridos. Más concretamente, no hay disculpa para que no se contrate, obligatoriamente, a estos profesionales cuando el idioma del detenido o procesado es una lengua de nuestro entorno: portugués, francés, italiano, inglés o alemán cuando el partido judicial cuenta con estos profesionales. En caso contrario, deberá contratarse a traductores profesionales (licenciados en Traducción e Interpretación o personas con una trayectoria contrastada en la profesión).



- El fomento de una formación al menos básica en las técnicas de interpretación, junto con el aseguramiento del dominio suficiente de los dos idiomas para los que se contrata, en el caso de idiomas (africanos, sobre todo, pero también de Europa oriental, Oriente Medio y asiáticos) para los que no existen intérpretes jurados.



- El contacto directo con la profesión, a través de sus asociaciones representativas. Esto incluiría la consulta de los códigos deontológicos y de los expertos de dichas asociaciones a la hora de redactar los pliegos de condiciones, además del fomento de la contratación directa de traductores e intérpretes en los casos en que las condiciones del servicio lo permitan, como garantía de trabajo eficaz y reparto más razonable de los fondos disponibles.



- El control estricto por parte de la administración contratante de los servicios contratados. Un primer paso sería controlar la proporcionalidad entre el honorario que cobra el intérprete y el coste global del servicio: es decir, que en las ofertas se tenga que indicar la tarifa que se va a pagar al profesional que prestará el servicio. Un segundo paso imprescindible en este sentido sería un sistema que asegure que los contratos entre las empresas adjudicatarias y los intérpretes se ajusten a derecho. –



- Finalmente, un análisis, idioma por idioma, de las necesidades. Esto supondría la creación de programas de formación que permitan ajustar la oferta a la demanda, especialmente en lo que se refiere a los idiomas de menor difusión en nuestro país.



La Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes encuentra totalmente inaceptable que se adjudiquen servicios de traducción e interpretación en general, y para las administraciones de justicia y policial de la Comunidad de Madrid en particular, en unas condiciones que no pueden calificarse más que de penosas para el prestador último. Según han manifestado algunas de las personas directamente implicadas, la adjudicataria actual ha establecido unilateralmente en 12 euros/hora trabajada el honorario que percibe el intérprete. En esas condiciones, es obvia la imposibilidad de garantizar la calidad.

Madrid, 18 de febrero de 2010