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viernes, 9 de septiembre de 2016

No acabo de entender a los dioses…sigue un texto herético

En sus convocatorias a marchas y en sus declaraciones ante los medios de comunicación, varios “agentes” de la iglesia que se dice “católica” (universal) sin serlo, suelen acudir a dos argumentos: lo que es “natural” y a “la moral”. Yo no acabo de entender por qué lo hacen. Si la iglesia católica tiene una doctrina basada en lo SOBRENATURAL, ¿por qué no acudir a esa línea argumental cuando convocan a marchas que supuestamente llaman a la cordura en lo moral? Y si la iglesia católica tiene una “moral” muy particular que pretende que sea universal (sin serlo todavía, como se muestra en la intención programática que lleva en el título de esa institución). Tampoco entiendo cómo, si la idea de religión, dicen algunos, tiene que ver con la re-unificación del hombre con lo divino, ¿por qué la iglesia lucha por la división, la exclusión, la fragmentación, dentro y fuera de la institución.
Como mi esposa se llama Irene (que significa “paz” en griego) y además me gusta y la amo y es la madre de mis dos guapos hijos, suelo declararme “irenista”. Pero ahora resulta que algunos de los “agentes” de la iglesia denuncian a su propio líder Francisco (Jorge Bergoglio antes de asumir el difícil cargo de constructor de puentes entre Dios (o los dioses) y el Hombre (o los hombres y las mujeres) por ser “irenista”. Y añaden que es una herejía eso de andar queriendo establecer la paz con otros cristianos o con creyenytes de otras doctrinas no cristianas a costa de renunciar a algunos principios doctrinales. Es decir, esos acusadores e inquisadores señalan que es mejor dar unos cuantos paz-paz en vez de hacer las paces con los demás y seguir en sana convivencia a pesar de las diferencias en las interpretaciones de uno o más libros considerados sagrados.
Ya que hablo de doctrina, ahora con la discusión de si es “contra-natura” el matrimonio gay (o entre dos personas del mismo sexo, para ser más exactos, pues se supone que todo matrimonio tiene sus momentos gay-alegres y sad-tristes), según argumentan esos difusos “agentes” de la catolicidad incompleta, me ha dado por pensar cómo los argumentos de lo sobre-natural que suelen citarse en las doctrinas de la iglesia de Roma, tan fragmentada y plural, si las hay, a veces se olvidan en este contexto de la familia. Por una parte, se habla mucho de que María fue Virgen y que incluso nació sin la mancha del pecado original. Así, su santidad se deriva de la vida santa de Ana y de Joaquín y su virginidad es ensalzada una y otra vez. Concibió sin pecar, nos recuerdan quienes le piden pecar sin concebir. En otras palabras, tuvo un hijo sin dejar de ser virgen. Supuestamente, porque el “espíritu santo” le concedió el milagro, lo que ya es bastante sobrenatural.
Pero María, madre de Jesús (el Cristo) tuvo un esposo y de él sabemos que estaba emparentado con David y además que era carpintero. Por las iniciales de “padre putativo”, según me ilustra mi suego, don P.P., o José, sabemos que es considerado padre de Jesús. Pero no es el padre biológico, sino que, podría decirse, aunque no contamos con documentos de adopción, que es el padre, por voluntad, de Jesús. Todo bien hasta aquí. Pero si las matemáticas no nos fallan, el que a veces se dice hijo único de Dios y de María pero que a veces se dice que tenía al menos un hermano (Santiago) tiene ya dos padres hasta esta parte de la historia: 1) el espíritu santo y 2) José. La doctrina de lo sobrenatural, que a los agentes de la iglesia que convocan a marchas a favor de la familia heterosexual parecen olvidar que Jesús es hijo TAMBIÉN de Dios Padre. Ergo: María concibió a su hijo con el espíritu y si es la Madre de Dios, entonces podríamos asumir que era pareja del Padre de Dios. Estamos hablando ya no sólo de POLIAMOR (una mujer con tres varones, y que además permanece virgen a pesar de las tentaciones de tenerlos a los tres), sino también que esos tres varones se conocían y eran muy felices entre ellos, sin tener relaciones con María.
Jesús no parece tener ningún rencor a José por haberlo adoptado, y hay un momento en que reclama a Dios Padre su abandono (al menos así se ha interpretado, porque le llama “Padre” y no dice “Pepe, ¿por qué me has abandonado?”). Tampoco le reclama a su madre que no haya contribuido a la felicidad carnal de ninguno de sus tres padres (si las matemátimas no me fallan) a los que se designa siempre como varones. Entonces, ¿por qué este argumento sobrenatural que está en las escrituras no se evoca para llamar a que se interprete el nuevo mandamiento de Jesús: “amaos los unos a los otros” como una forma de incluir TAMBIÉN la máxima “amaos las unas a las otras” y, por extensión, “todos y todas amen a las unas y a los unos, a las otras y a los otros”. Eso de limitar a la humanidad, ya tan falta de regocijos y esparcimientos carnales a limitarse en sus intercambios únicamente en relaciones heterosexuales y monogámicas parece contradecir el relato sobrenatural del poliamor de María y la buena relación entre sus varones a pesar de que su esposa siempre se declaró (ya ellos sabrían mejor su conducta en la intimidad) como virgen.
Para acabar de hacer confusas las invitaciones, algunos de esos agentes del catolicismo inacabado abogan por dos cosas que no necesariamente sirven para que el cristianismo se difunda mejor, como ya muestran los pastores de otras iglesias que sí puedne contraer nupcias y además reproducirse de lo lindo y con muy lindas sonrisas y descendencia. Primero: que los sacerdotes han de permanecer célibes; segundo que las mujeres no pueden ser sacerdotisas. Hay algún principio doctrinal de San Pablo (que era judío converso) que dicta que las mujeres deben callar en la iglesia…y algunos lo generalizan para, alabando la sensatez de Pablo de Tarso, señalar que de una vez mejor que no hablen ni adentro ni afuera, que no manden, que no ordenen y mucho menos se les ocurra ordenarse como sacerdotisas.
Lo que yo no entiendo es cómo los agentes que convocan a defender la familia heterosexual se ponen del lado de quienes no deben tener familia (aunque se sabe de casos de sacerdotes que tienen varios “sobrinos” que parecen haber sido concebidos por la gracia de dios y del espíritu santo y, gracias dios (o a los dioses) todo el pueblo sabe que al “padre” que le dicen “tío” es realmente su padre biológico y no sólo por voluntad. Así que defienden una familia heterosexual pensando en que así apoyan a quienes deben abstenerse de ella y de las relaciones carnales. Que entre esos agentes haya algunos que no se abatengan de algunos abrazos, besos, apapachos y de otros comercios, parece de poca monta. Y tampoco entiendo cómo es que defienden una familia que resulta poco democrática, pues las mujeres que la componen no pueden hablar en la iglesia, ni pueden ordenarse sacerdotisas, y a veces ni siquiera pueden hablar fuera de la iglesia. Y ay de ellas si hablan con alguno o alguna que les invite a comercios carnales, abrazos y apapachos que les acerquen a amarse las unas con las otras o las unas con los otros.
Por otra parte, si ya sabemos que quienes se declaran católicos (sin ser todavía universales) suelen expresar su fe y su devoción en la pachanga y la peregrinación, ¿por qué, en vez de convocar a una marcha, los agentes de la iglesia no convocan a una peregrinación nacional, digamos de Tijuana a Tuxtla, para que entonces sí sumen atravesar unas cien ciudades del país? Me pregunto, además, si las “más de cien ciudades” en las que se realizará la marcha se suman a partir de una definición administrativa. Es decir, ¿Guadalajara, Zapopan, Tonalá, Tlajomulco, Tlaquepaque, se cuentan como cinco ciudades en las que se marcjará o el hecho de que los habitantes de esas cinco ciudades marchen juntos por una sola de ellas ya cuenta multiplicado por la cantidad de lugares de origen? En tal caso: si hay personas de múltiples orígenes geográficos, ¿se cuenta como una ciudad u origen nacional a cada uno de los orígenes de los marchantes? De tal modo, como en los casos en que hay carreras “internacionales” que pasan por nuestra ciudad pero en las que participan kenianos, canadienses, indios, la marcha heterosexual que trata de excluir a medio mundo de nuestra sociedad es también internacional?
Yo no sé cómo hacen esos agentes para comunicarse tan bien con los dioses, o para interpretar con tan escasas ambigüdades las palabras divinas (escritas o comunicadas directamente a sus voceros de este mundo). No acabo de entender, empero, cómo una institución que basa su membresía y su moral en la existencia de seres que van más allá de la comprensión humana, que recurre a “misterios” y que señala que la palabra y los poderes de dios (o de los dioses) son indescifrables, se le ocurre decir que “siempre sí, ya hay quien le entendió”. Según se lee en Romanos 11:33: “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos!”, eso de andar hablando por los dioses es cosa que no nos es dado. Lo confirma Eclesiastés 11:15: “Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco entiendes la obra de Dios, creador de todas las cosas”. Y si los simples no entienden la palabra de los dioses, ¿de qué parte de su encumbramiento sacan estos “agentes”, deleznables paladines, la soberbia para decir que así lo quiere Dios (o los dioses) y no es que a ellos se les de la gana discriminar a unos sí a otros no? ¿De dónde sacan la cara de que hay argumentos “científicos” para probar que a los hijos criados por parejas del mismo sexo los molestan en la escuela, que nadie los querrá, que son niños con baja autoestima? ¿Y de dónde sacan que dos personas del mismo sexo no pueden hacerse cargo de alimentar, amar, orientar, educar a niños y niñas? ¿Será que lo sacan de que algunos sacerdotes no han podido hacerlo, a pesar de tener hijos con personas del otro sexo? ¿o de que muchos sacerdotes varones o muchas monjas mujeres no han siso capaces de criar en sus escuelas separadas por sexos, a los niños que muchos padres con intenciones de universalidad les han confiado?
No acabo de entender a los dioses, pero tampoco parece que quienes dicen entenderlos e interpretar las escrituras consideradas sagradas y base de la moral “cristiana” hayan acabado entender la diferencia entre llamar a la autoridad (de la ciencia, por ejemplo, cuando en los medios de comunicación laicos no pueden evocar la voluntad divina) y argumentar por qué consideran que algún comportamiento es sensato o no. ¿Porque a ellos les da la gana discriminar y “fuchi” todos aquellos de los que ellos digan “fuchi”?

martes, 25 de noviembre de 2014

Una propuesta sencillita…

Tengo tres décadas en la docencia universitaria. Y hace algunos ayeres reflexionaba sobre algunos de los temas que expongo a continuación. Mi intención era exponerle a mi entonces jefe, el Dr. Manuel Rodríguez Lapuente el argumento central: ¿y si los académicos y estudiantes tuviéramos espacios dignos para el trabajo, la producción y la discusión académica? Pero ni yo ni los otros académicos del extinto Instituto de Estudios Sociales (posteriormente Departamento de Estudios de la Cultura Regional, también extinto por capricho de funcionarios incompetentes y carentes de argumentos) pudimos plantear jamás esa inquietud ante Rodríguez Lapuente, primero porque un terremoto nos hizo salir del edificio de Liceo y Juan Álvarez para nunca más volver. Aprovechando la situación de a tierra temblorosa, ganancia de educación media de la Universidad de Guadalajara, únicamente regresaría ahí la burocracia del Sistema abocado a ese nivel educativo. Y luego porque, en expresión de mi padre, al Dr. Rodríguez Lapuente se “le ocurrió morirse” en mayo del 2003.
                Así que ahora, después de conmemorar el décimo aniversario luctuoso del Dr. Rodríguez Lapuente, me atrevo a volver a la misma reflexión. Quizá en otra década más la Universidad de Guadalajara logre conseguir funcionarios capaces y además que lo sean de gestionar recursos para que más que UNA sola “aula digna” por cada tantos “salones indignos”, haya la posibilidad de adquirir mobiliario y algunos equipos para acondicionar adecuadamente los espacios en los que trabajamos los docentes y en donde se esfuerzan los estudiantes por aprender de los ejemplos y contrajemplos que les ofrecemos sus antecesores en los oficios, al menos los de las ciencias sociales.
                Una primera pregunta relacionada con la dignidad es la de ¿cómo llegamos a nuestro(s) centro(s) universitario(s) los trabajadores y los estudiantes de estos espacios? No es secreto que al menos que desde que yo era miembro activo del cuerpo estudiantil del jardín de niños de la escuela “Anexa a la Normal”, cuando el horrible y tambaleante arco-puente de la avenida Alcalde era edificación “nueva y moderna”, la avenida de los Maestros se ha utilizado de estacionamiento. Y esa práctica ha continuado por décadas, en especial de parte de los abogados, que solían transportarse en coche, con todo y traje, corbata y zapatos “chaineados”. Pero no todos llegamos siempre en vehículo privado, pues a algunos les alcanza el dinero apenas para pasajes en transporte colectivo, para llegar a pie por las deterioradas banquetas o en airosa y vulnerable bicicleta. Afortunadamente tenemos una estación del tren ligero a unos cuantos cientos de metros y literalmente SOBRAN los autobuses por la avenida Alcalde. Ya veremos si, para cuando se termine la línea 3 del tren ligero, podremos utilizarla los universitarios de las ciencias sociales, pues ahora que habrá mejor transporte en el centro de la ciudad, el centro universitario está por mudarse a la periferia de la ciudad, a una zona en donde se reiniciará el ciclo de escasez de transporte, vulnerabilidad de peatones y ciclistas y se privilegiará nuevamente el transporte en automóvil particular, lo que generará más contaminación y el uso de potenciales áreas verdes para reales estacionamientos de “su majestad” el automóvil. Por cierto, en la zona en que fue atropellada y muerta una estudiante de la preparatoria 10 de la U. de G.; una zona caracterizada (como buena parte de la zona metropolitana de Guadalajara) por la indignidad y peligrosidad de sus estaciones y paradas de autobús.
 

La práctica de estacionar automóviles en la vía pública se ha complementado además con la instalación, en la acera pública, de múltiples empresas gastronómicas que se encargan de atender a las hambres matutinas, vespertinas y nocturnas de la población estudiantil, civil y burocrática de la zona. La resistencia generada a los bichos y enfermedades de las regiones gástricas sólo ha tenido parangón en la resistencia a mejorar el tráfico de peatones por esas aceras añosas y más arrugadas que la piel del más decano de los profesores de la antigua Facultad de Derecho.
                Como bien decía el Dr. Rodríguez Lapuente, cuando la Universidad de Guadalajara “perdió sus facultades”, eso no significó que la zona universitaria mejorara en gran medida, a no ser por la biblioteca que lleva el nombre de quien se preguntaba “¿qué haré ahora que tengo nombre de biblioteca?” Ni las banquetas, ni las rejas, ni los accesos (entradas y también superficies) no han mejorado gran cosa y sospecho que están ahí desde épocas anteriores a que el Dr. Rodríguez Lapuente y Hugo Gutiérrez Vega llegaran a la Universidad expulsados de Querétaro por comunistas.
                Y ya adentro del actual centro universitario, los jardines, las rampas, las escaleras, han sido dotados de alguna que otra banca, sombrilla y hasta del anuncio de Wi-Fi. Lo que no se ve con mucha frecuencia es que llegue precisamente esa “frecuencia” para captar internet ni en los salones ni en los jardines. ¿Cómo hacen los usuarios de sillas de ruedas para acceder de una zona inferior del centro universitario a otra en un nivel superior? Simple: tienen que salir del centro hacia la periferia y volver al centro por la banqueta de la calle, acera que está quebrada, irregular, y además plagada en largas porciones de automóviles estacionados. En otros casos es más simple todavía: los usuarios de sillas de ruedas no pueden acceder a los pisos superiores. Que tengan clases o hagan trámites, pichis y pochos en la planta baja, parecen haber declarado los funcionarios y los arquitectos de este añoso centro. ¿Para qué poner un elevador, si TODOS tenemos la obligación de ser jóvenes, atléticos, de nunca romper una pierna y mucho menos tener una lesión en la columna vertebral? El que la tenga, que no estudie, ni trabaje, ni venga, ni se acerque, ni nada.
                Ya que mencioné las tan naturales funciones de hacer pichis y pochos, bien podríamos pensar en que esas actividades expulsoras podrían realizarse en un espacio digno. Lo malo es que en los sanitarios (a los que suele llamarse “baños”, pero son espacios en que difícilmente es posible lavarse la manos, mucho menos bañarse realmente) existe poco o nulo equipamiento para uso de personas que se transportan en silla de ruedas, ancianos o de personas normales que necesiten papel higiénico, jabón o, siquiera darse una peinadita. Si no hay espejos, menos sustos, piensa el funcionario-tipo que está detrás de la infraestructura de este centro universitario. No vaya a ser que a alguien (alguno de esos profesores o estudiantes hippies, hípster, ecologistas o proletarios) se le ocurra llegar en bicicleta a la universidad en pleno verano y quiera bañarse, rasurarse, peinarse y acicalarse en alguno de esos baños en donde no hay posibilidad de tomar un baño. Total, son filósofos, sociólogos, historiadores y hasta aspirantes a escritores o editores y, como ya saben los funcionarios-tipo, esos tienden a no bañarse, a diferencia de los abogados que sí tienen casa, carro y hasta despacho en donde despacharse un buen baño cotidiano.
                Y zázcatelas que alguien se cayera, le diera una diarrea, tuviera un síncope o algo tan simple y fulminante como un infarto. ¿A dónde acudir? ¿Al “baño” a morirse? ¿A alguna área supuestamente verde para recibir inmediata y sagrada sepultura? ¿Para qué una enfermería, ya no se diga varias distribuidas por el campus, si las instalaciones de la Cruz Verde de Guadalajara están apenas como a 500 metros de la esquina?
 
 

                ¿Un salón para realizar juntas, para presentar sesudos seminarios? ¿Y eso para qué, si es universidad, no centro de congresos, parece haber urdido el funcionario-tipo que pensó, urdió, planeó o maquinó éste y otros centros universitarios? Sillones mullidos, ni en la biblioteca, no vaya a ser que la gente se quede dormida y se tome alguna siestecita en vez de ir a su casa para ello y regresar. Y si le da por dormir dentro del centro universitario, que se espere a que haya alguna conferencia en sus recién remodelados auditorios. Ya los encargados de cuidar que el dinero invertido en remodelar los auditorios “no se desperdicie” y harán todo lo posible por no prestarlos más que en ocasiones especialísimas. No vaya a ser que se desgasten los sillones tan curros y limpiecito que ahí tenemos. Y que a los profesores ni se les ocurra que los auditorios podrían servir para dar clase a grupos numerosos. Para meter muchos muchachos cuchos y gachos están ya las aulas calurosas y mal iluminadas de los pisos a los que no pueden acceder los usuarios de sillas de ruedas.
                ¿Y las aulas? Como que ésas son cosa de menor importancia, pues los mesa-bancos se parecen a lo que alguna vez un colega universitario decía de los ferrocarriles mexicanos que hacían el viaje de Guadalajara a Mexicali: que eran la herencia que Hitler dejó de los vagones en que transportaban judíos a los campos de concentración en Polonia. Nuestros mesa-bancos están diseñados para entrevistas rápidas o rapidísimas. Faltan salones y por eso se les dividió en dos o en cuatro, en múltiple mitosis de división de metros cuadrados que se reporta como multiplicación del número de aulas. Zeno y su filosofía en este centro universitario vienen a cuento y a la memoria: jamás nunca las aulas alcanzarán a los estudiantes, así como la liebre jamás alcanzará a la tortuga. Así que habrá que seguir dividiendo las aulas a la mitad y luego a la mitad, mientras hacemos esfuerzos por duplicar la matrícula y luego multiplicarla por dos y por cuatro… Los mesa-bancos de un centro universitario diseñado para simples mortales científicos sociales o aprendices de esas disciplinas tan humanas y a las que hay que tomar literalmente “con filosofía” son realmente históricos, al igual que buena parte de los proyectores (que ya nadie usa desde décadas atrás) de diapositivas y de las computadoras que lucen tan bien alineaditas en los rimbombantemente llamados “laboratorios de cómputo”, también celosamente guardadas para que nadie las vaya a desgastar más de la cuenta. Y quizá por eso no se les actualiza el software, ni se cambia más que de vez en cuando el hardware. Total, ¿para qué? No vaya a ser que los estudiantes o los trabajadores académicos y administrativos vayan a tener la idea de utilizar esas computadoras para escribir sus tareas (en vez de ir a su casa a trabajar, que para eso es) o para escribirse entre ellos y sus colegas de otras latitudes. ¿Qué tal si les da por generar REDES de trabajo académico, de chatear en tiempo real con otros estudiantes o con sus profesores o con especialistas de los temas que les interesan? Así que el funcionario-tipo se hace cargo de que, si ya es difícil llegar al campus dadas las condiciones del transporte en la ciudad, sea también difícil sacar y meter ideas y comunicarse con otros por medio de esos inventos diabólicos como las compus y la “interné”.
                ¿Cubículos para los profesores? ¿Proyectores compartidos entre distintos departamentos? ¿Sillones, zonas silenciosas, espacios para estudiar? ¿Salones que puedan estar abiertos sin que esté presente un profesor al que se le encarga la función de cuidar y controlar estudiantes? ¿Módulos de la biblioteca? ¿Bancas? ¿Espacios sombreados? ¿Círculos de trabajo? ¿Cine foro? ¿Zonas de juegos o para practicar deportes? ¿Gimnasios? ¿Canchas para practicar deportes en equipo? ¿Cafeterías? ¿Posibilidad de jugar, platicar, esperar para una cita romántica o académica? ¿Espacios dignos? ¿Todo eso para qué? Para el funcionario-tipo dedicado a ahorrar recursos en vez de aplicarlos para impulsar el aprendizaje, la investigación, el intercambio, el diálogo, el debate y el pensamiento, los espacios son dignísimos. Lo malo es que a los académicos y los estudiantes nos da por vivir con otra lógica.
Como bien decía Bourdieu, la sociología es “una ciencia que incomoda”. Parecería que las ciencias sociales sirven también para incomodar a los funcionarios que se hacen cargo de hacer que los espacios de la universidad sean de lo más incómodos para tan incomodantes e incómodos ocupantes. Afortunadamente, esos “sujetos” tienen horarios bastante limitados para permanecer en el campus. ¿Bibliotecas o servicios académicos 24 horas del día y siete días a la semana? Pues, no porque se gastan. Y además ni siquiera hay transporte público después de las 10 de la noche en esta ciudad, ni antes de las seis de la mañana. ¿Para qué habrían de quedarse a “dizque estudiar” esta bola de criticones estudiantes? Como que a veces se parecen a los latosos de sus profesores a los que les da por hablar de dignidad.