viernes, 8 de abril de 2016

Chocarás con tu vecino

Si no es este semana, ya será este año o el que sigue. El hecho es que la probabilidad de que choques en tu vehículo habitual con otro vehículo que transita por las mismas calles y avenidas es mucho más alta que la probabilidad de que te impactes con un vehículo que se utiliza en puntos de la geografía que no frecuentas. Una de las razones por las que todavía no has chocado con el vehículo de la casa de al lado consiste en el hecho de que normalmente manejas despacio los primeros cientos de metros. Si no lo haces, deberías. 
     Manejar despacio durante un par de cuadras no sólo te ayuda a que hacer los últimos ajustes en el asiento, los espejos retrovisores, tu peinado, el cinturón de seguridad, te da tiempo para rascarte las “patas de gallo”, sino que evita que se force demasiado el motor de tu automóvil por falta de lubricación. Al menos eso dicen algunos que se dicen expertos en mecánica. También evita que choques muy pronto en tu trayecto. Ir despacio te permitirá frenar cuando veas el vehículo del vecino loco que vive a tres cuadras de tu casa y que cruza a 60 kilómetros por hora la calle por la que avanzas.
    Quizá no chocarás con ese vecino, pues ya anticipas encontrarlo cada mañana más o menos en el mismo punto de tu recorrido. Ya sabes que si no es en la esquina de tu calle, lo encontrarás unos minutos más allá, en el primer crucero con semáforo, en el que, indefectiblemente, ambos tendrán que detenerse.
    Lo que puede pasar es que choques con un vecino que algún día tenga que cambiar su hora de salida, por alguna emergencia surgida en su trabajo, en su familia o en su propia salud. O porque seas tú quien cambie su rutina y tenga que levantarse más temprano, o reincorporarse a esa rutina después de unos días de viaje fuera de tu berrio o de unos días de descanso. Una ventaja de ese choque con el vecino (o la vecina) es que, aunque ya no alcancen a frenar ninguno de los conductores de esos vehículos, al menos el impacto será a velocidad moderada y los daños no serán tan graves como para sacar de circulación de inmediato a alguno de los vehículos.
     Una razón más para que, cuando choques, sea con un vehículo de alguien que reside cerca de tu casa, es que la mayor parte de los trayectos en vehículo, dentro de las ciudades, suelen ser de poca distancia. ¿Qué tan lejos vives de tu trabajo? ¿Cinco, diez, quince, veinte kilómetros? ¿Qué tan lejos está la escuela de tus hijos o en la que estudias?
    Desafortunadamente, entre la percepción de que el auto es la opción a elegir cuano se tiene prisa, y el hecho de que la mayor parte de la gente prefiera trasladarse sentado en un vehículo de motor que caminar o pedalear, buena parte de las decisiones de movilidad en las ciudades privilegian el uso de vehículos de motor cuando estos no son indispensables. A veces la decisión se basa en la necesidad de llevar a otras personas. 
    Aun cuando una persona joven o adulta sería capaz de caminar determinada distancia cada mañana (digamos entre uno y cinco kilómetros), el traslado se complica si hay que llevar a bebés, niños, ancianos o determinados objetos de un punto a otro de la ciudad. Lo que aumenta la probabilidad de que haya choques entre los vehículos en los que se trasladan esas personas, en especial si todas tienen prisa por llegar a sus destinos, presionados por los horarios de inicio de actividades.
   Hay ocasiones en que las personas deciden trasladarse en vehículos de motor porque los caminos por los que podrían trasladarse a pie o en bicicleta no ofrecen las mejores condiciones. O las superficies son irregulares y peligrosas (alcantarillas abiertas, zonas en las que se hacen más angostas y hay que ir por el arroyo en que transitan los vehículos, o hay terrenos baldíos y escondites posibles para potenciales ladrones o agresores), o no hay suficiente iluminación por las mañanas o por las tardes y noches, o las probabilidades de que las personas sean agredidas verbal o físicamente son también altas. Los riesgos de agresión suelen ser, al menos en buena parte de las ciudades latinoamericanas, todavía más altos para las mujeres y cuando las agresiones son en contra de hombres, los riesgos de violencia y de enfrentamiento son mayores para los hombres (con desenlaces fatales en muchos casos).
     Así que tú y muchos otros habitantes de las ciudades acaban por decidir trasladarse en automóvil, aunque el viaje sea de unas cuantas cuadras. Entre quienes deciden ese traslado en vehículo de motor, se encuentran otros vecinos tuyos. Y cada día que se mantienen esas condiciones de las superficies, de los trayectos, de ineficiencia del transporte colectivo, de diseño de vialidades, aumenta la aspiración tuya y de tus vecinos de trasladarse sentados en vez de hacerlo caminando o pedaleando. 
     Con lo que aumenta la cantidad de vecinos, ya sea en la casa de al lado o a unas cuantas cuadras más allá, que dedican buena parte de sus horas de trabajo y de sus ingresos al pago de un vehículo con el que luego irás a estampar tu vehículo. Lo atestiguan las cuadras y cuadras atestadas de vehículos de tus vecinos, con quienes no te has puesto (ni te pondrás) de acuerdo para trasladarte en determinados momentos a determinados destinos. Ya sea formalmente estacionados o inmóviles pero con los motores encendidos, tu vehículo y los de los vecinos contribuirán a la contaminación del ambiente, tomarán metros cuadrados de la ciudad, generarán retrasos y…más choques.
  


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