jueves, 6 de octubre de 2016

Prefiero ser envidiado


 Hay quien se gastará este año aproximadamente $200,000 pesos en adquirir un vehículo. Si es nuevo, por ese precio seguramente será un carrito compacto, con olor a hules nuevos y recién instalados. Con un alto rendimiento de combustible y de pocos metros cuadrados. Si es usado, quizá sea un auto un poco más lujoso, lo que compensará el hecho de que también sea añoso y algo gastado. Quizá con algunas raspaduras aquí y allá, y las telas o pieles de sus interiores ya no huelan a nuevo. A ese primer desembolso, el propietario del vehículo habrá de añadir refrendo de placas, seguros y, por supuesto, combustible al menos una vez a la semana. Cuando vaya a su trabajo probablemente opte o se vea obligado apagar estacionamiento, ya sea formal o informal. Es decir: o le paga a alguna compañía que tiene un estacionamiento iluminado y limpiecito, o a algún particular que adaptó un terreno terregoso y que de noche es oscurísimo, para almacenar automóviles. O le paga a algún franelero que le ofrecerá limpiar el vehículo, o cuidarlo, o ponerle monedas al parquímetro cuando se venzan las primeras dos horas o cuando se asome el inspector de parquímetros. Digamos, unos $40,000 pesos más por el primer año, si sumamos todos los gastos mencionados. $240,000 con el gasto de adquirir el vehículo.

            En una metrópoli como la que rodea a Guadalajara, cada día se añaden al parque vehicular unos 320 vehículos. Lo que significa que cada semana equivalen a 2,240 a la semana. Si el comprador adquiere el automóvil en la primera semana enero, para cuando llegue la segunda quincena de diciembre tendrá que competir por el espacio de las calles con otros 11200 vehículos (320 x 7 x 50). Y eso deriva en una consecuencia: el vehículo que esperaba que sería veloz por las calles, se encontrará, sea chico o sea grande, con otros muchos vehículos chicos y grandes que le estorbarán el paso y reducirán su velocidad… O, dicho de otro modo, harán más lento llegar de un lado a otro en un automóvil que se anuncia dotado de un motor que le permitiría llegar (si hubiera el espacio suficiente) a los 100 kilómetros por hora en unos cuantos segundos. Pero eso rara vez sucede en metrópolis como Guadalajara y Ciudad de México, las que ya se pueden dar el lujo de presumir que pocos de sus accidentes automovilísticos, que impliquen choques entre dos automóviles, resultan mortales. La buena noticia es que no hay muertos porque todos deben circular muy despacio. El promedio de velocidad en Guadalajara es de 9 kilómetros por hora en automóvil y de 11 kilómetros por hora en autobús. Más o menos lo que hace un corredor a pie para recorrer esa misma distancia.
            Pensemos en otro posible consumidor. A éste se le ocurre que no quiere gastar tanto dinero como el comprador del automóvil y opta por utilizar el transporte público y, cuando se sienta con ganas de pedalear y de sentirse a sus anchas, andar en bicicleta. Se compra una bicicleta muy bonita y muy bien equipada, hasta guantes, casco, pantalones de licra y chaleco reflejante. Y se gasta $15,000. No gastará en estacionamiento, así que decide comprar un par de buenos candados para que no le roben la bicicleta del estacionamiento de su trabajo o de algún otro lugar al que vaya. A comer a algún restaurante, por ejemplo. Invierte $1,500 pesos más en dos candados muy sólidos. A lo mejor tendrá que llevar a parchar las llantas de su bici de vez en cuando, en vez de hacerlo él mismo. $10.00 por ca ocasión. Digamos que es un ciclista que transita por calles en las que hay objetos que pueden ponchar las llantas una vez cada dos meses. Ya son $60.00, más una revisión mecmetros por hora de velocidad promedio, tarda e antes fue tiempo de trabajo). A 9 kil autponchar las llantas una vez cada dos mesánica, lubricación y limpieza al año. Más o menos $250 pesos. Total. Este ciclista gastará $16,816 el primer año de uso de su bicicleta. Con ella podrá transitar, con calma y precaución, a 15 kilómetros por hora en promedio.
            El propuetario del vehículo de $200,000 pesos tiene que trasladarse a 15 kilómetros de su casa para llegar al trabajo. Y lo hace sentado, mientras el motor de su autómovil gasta gasolina (que antes era dinero que antes fue tiempo de trabajo). A 9 kilómetros por hora de velocidad promedio, tarda una hora y media en llegar a su trabajo. Y de regreso otr hora y media. Se pasó, incluyendo el tiempo de estacionar el auto al llegar al trabajo y a su casa, tres horas en su vehículo. Y no iba muy contento que digamos, pues a pesar de traer aire acondicionado, radio, asientos mullidos y un cierto olor a nuevo o a añoso, según sea el caso, había, SIEMPRE, muchos autos estorbosos, con personas si le pitaban si se distraía hablando o mensajeando por su computadora de mano con teléfono incluido… o que tenían conductores tontos que, por estar con algún aparatito en mano le estorbaban cuando quería arrancar. Esa semana se trasladará cinco veces a su trabajo. Y la cosa se mantiene bastante constante: 9km/h, una distancia que no varía mucho a pesar de probar distintas rutas y al final de cuentas 15 horas a la semana en automóvil.
            Quien creía que sería envidiado por traer vehículo nuevo comienza a envidiar al ciclista que lo rebasa en algún momento de su traslado. También éste va a 15 kilómetros de su casa, todos los días. El ciclista llega en una hora. Sin radio, sin aire acondicionado, sin olor a nuevo o a añoso… y sin vehículos que ocupen los primeros lugares frente al semáforo, pues pued erebasar a los automóviles que esperan en cada esquina a que cambie alguna luz, de rojo a verde. Hace una hora de viaje al trabajo. Y utiliza 15 minutos en acicalarse al llegar (hay algunos afortunados que cuentan con regadera en su lugar de trabajo y podrían usar esos mismos 15 minutos incluyendo la ducha). Cinco veces a la semana, ida y vuelta: 10 horas de pedalear. Tiene 5 horas más para otras cosas como trabajar, ver a su familia y amigos. Y tiene la envidia de quien tiene deudas qué pagar por la adquisición de un automóvil, seguros, combustible, estacionamiento, choques, raspones, lavado…
En un año, suponiendo 45 semanas anuales de trabajo, el automovilista pasará 675 horas adentro de querido carrito. El equivalente a 28 días. Es decir. Sería como si se pasara todo el mes de febrero sin salir de su automóvil. Mientras tanto, el ciclista gastará mucho menos dinero y pasará mucho menos tiempo en el camino. 450 horas al año para ir al trabajo. Es decir, unos 19 días al año. Poco más de una quincena de pedalear. ¿Qué harán los dos en sus vacaciones? Probablemente querrán… pasear en bicicleta por la ciudad, además de muchas otras actividades. Si ambos tuvieran el mismo sueldo, la diferencia, después de un año, será abismal en cuanto a la cantidad de horas que debieron trabajar para pagar sus “trenes( (o vehículos) de vida. El automovilista gastaría $240,000 pesos para pasar 675 horas en el vehículo. Lo que equivale a $355 pesos la hora de estar en su vehículo (el primer año). El ciclista gastarría $16,816 en 450 horas. El primer año, cada hora de pedalear le costaría $37 pesos. ¿Será 10 veces más productivo ése a quien le cuesta 10 veces más su traslado cotidiano?
            Si los dos compradores hipotéticos, pero con datos reales para esta metrópoli, ganaran $30,000 mensuales, el automovilista estaría gastando $300,000 - $240,000 y tendría un remanente para comer, ir al cine, comprar juguetes y divertirse de $60,000 al año. Mientras tanto, el ciclista tendría $283,184 que bien podría utilizare en pagar colegiaturas, comer bien, tomar algunas vacaciones, e incluso, de vez en cuando, para tomar un taxi que no tendrá que estacionar y al que no le pondrá combustible. 

            La verdad, prefiero seguir entre quienes somos envidiados por tener bicicleta y mucho más tiempo disponible.

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