jueves, 27 de agosto de 2015

Por qué la linea TRES del tren ligero tapatío no reducirá los embotellamientos en la zona metropolitana de Guadalajara. Una predicción y sus argumentos.







Por qué la linea TRES del tren ligero tapatío no reducirá los embotellamientos en la zona metropolitana de Guadalajara. Una predicción y sus argumentos.

Los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara han sufrido, desde mediados del 2014, las obras de la línea tres del tren ligero. Estas obras servirán para aumentar la cobertura de transporte colectivo en una ciudad que se tardó al menos dos décadas (según lo admiten los mismos promotores de la obra) en generar una medida que probablemente tome en cuenta las demandas de la época actual. Habría que ver si también cubrirá las demandas de la época en que al fin se culminen las obras. La promesa es que estas obras estarán terminadas en 2018. Aunque ya sabemos que, como dicen los que lo han vivido, “en palabras de constructor no has de creer”, pues siempre hay que multiplicar por tres la cantidad de tiempo que te prometen que necesitarán para acabar de construir y la cantidad de dinero que te dicen que te costará. Así, los costos estimados de la nueva línea han crecido desde que se anunció, hasta que se comenzó, a lo largo del proceso y seguramente serán al menos tres veces más caras del precio original. Así, se anunció que comenzaría la construcción en 2011 y que ésta se terminaría en 2012. En realidad comenzó en agosto de 2014 y se promete que funcionará en 2018. Lo único bueno de estos anuncios es que quizá los tapatíos estrenen vagones de tren modelo 2022, si efectivamente estos se compran cuando esté terminado el trazo, y no antes. Pero el riesgo es que estrenemos vagones viejos, por la prisa de comprar y almacenar y dejar que se oxiden mientras acaban de hacerse los tuneles y los pasos elevados, además de las estaciones y demás reparaciones que serán necesarias para que al fin arranque el tren que irá por la nueva línea. Aun cuando el actual presidente de la república venga a Guadalajara a inaugurar, es probable que su comitiva no pueda realizar el viaje por toda la ruta.
La ruta se planteaba originalmente de 16.5 kilómetros y en estos meses de 2015 prometen ya que serán 22 kilómetros. Los costos, cuando se prometía que la obra estaría lista en diciembre de 2016, eran de poco más de 17mil 500 millones de pesos (http://www.informador.com.mx/jalisco/2013/495665/6/la-linea-3-del-tren-ligero-estara-terminada-en-diciembre-de-2016.htm). Habrá que ver cómo van las cifras para cuando se entregue la obra. Por lo pronto, algunos funcionarios del gobierno del estado de Jalisco han señalado que la cotización del peso frente al dólar podría afectar el precio final de compra de lo vagones. Yo añadiría que esa misma cotiozación podría afectar la compra de maquianria, equipo y materiales, pues en buena parte estos provienen del extranjero.

La predicción de porqué esta nueva línea no servirá para reducir los embotellamientos en la metrópoli tapatía se basa en una serie de consideraciones de orden psicológico, de infraestructura, cultural y social. Pocas veces en la vida he querido con más enjundia que fallen mis predicciones. Sin embargo, cuando comparamos la actual coyuntura de esta línea del tren ligero con situaciones y obras  anteriores, no me queda más que recurrir al principio de que “la historia pasada es el mejor predictor”. Por una parte, quienes recuerdan la inauguración del Macrobús, que recorre la Calzada Independencia, evocarán la imagen de Felipe Calderón Hinojosa, quien fungía entonces como presidente, y la anécdota de que en el recorrido inaugural el macrobús chocó en su nueva ruta. El llamado “matabús” se dio a conocer muy pronto por ser protagonista de múltiples choques y atropellamientos. Y aclaro que no echo la culpa de ellos al matabús ni a sus operarios, sino que parecería que los habitantes de esta ciudad no podían evitar seguir sus “querencias” y seguir utilizando carriles que se volvieron exclusivos para circular, a paso tapatío, en camionetas, bicicletas, triciclos, a pie o en automóviles. El ejemplo de los embotellamientos por la Calzada Independencia nos ayuda a entender que no por haber generado un nuevo transporte “eficiente”, la gente de las calles aledañas iba a dejar de utilizar la zona para caminar o para trasladarse en sus vehículos. Un problema con el macrobús es que no sólo no conecta con otros medios de transporte que pudieran darle continuidad, sino que no utiliza un sistema de prepago que sea compatible, por ejemplo, con las rutas de autobuses, ni con las líneas 1 y 2 del tren ligero. Si has de cambiar de vehículo, del macrobús a cualquier otro, el costo es adicional.
La línea tres del tren ligero no reducirá los embotellamientos simplemente porque transitará por una zona en la que estos eran escasos. Las avenidas Ávila Camacho y Alcalde, que llevan desde el centro de Zapopan hasta el centro de Guadalajara (y de regreso) y la avenida Revolución, que va del centro de Guadalajara al de Tlaquepaque (y viceversa), sufren de congestionamientos en las horas pico, por ser las rutas por las que pasan muchas de las empresas de autobuses, por las marchas de protesta o de apoyo y por no haber alternativas de comunicación ni con transporte colectivo ni con transporte particular.
Así, con las actuales obras del tren ligero, todas las rutas de autobuses que pasaban por las mencionadas avenidas se han alterado o pronto se modificarán, con lo que la población ha tenido que aprender a utilizar medios alternativos de traslado. Muchos han optado por caminar en vez de abordar un autobús, otros han dejado su ruta habitual, algunos ha optado por la bicicleta o por usar taxi en vez de su automóvil. Y eso ha generado más embotellamientos que los existentes antes de comenzar las obras de la línea 3 del tren ligero. En especial, sl surgimiento del servicio de taxis apoyado en aplicaciones como las de UBER ha generado más conflictos, más marchas y más exigencia de trabajo digno y a la vez de precios para la movilidad que sean más accesibles para los usuarios.
La línea 3 del tren ligero no reducirá los embotellamientos en la metrópoli, después de haberlos empeorado en el centro de la ciudad, ni siquiera cuando los embotellamientos “iatrogénicos” hayan cesado, pues las obras de la línea han generado que muchos de los establecimientos a los que los posibles usuarios del tren podrían emprender el camino, hayan dejado de existir. Ya en 2015 son miles los comercios afectados y para cuando se terminen las obras, éstas habrán generado tal estampida de empresarios y de clientes que el panorama de zona comercial que fue el centro de Guadalajara, será ya muy distinto y más escaso.
Los esfuerzos que hizo la administración municipal presidida por Alfonso Petersen por “redensificar” el centro de la ciudad, complicados por el proyecto de realizar, “de pasada y de una vez” la villa panamericana en 2011, derivaron no sólo en el derrumbe de casas (por las empresas dedicadas a ello o gracias al abandono, como se ejemplifica en la reciente caída de una fachada en la calle Baeza Alzaga)., sino también en la reducción de la densidad poblacional. La gente hubo de vender sus casas, que fueron demolidas y que se convirtieron en terrenos baldíos en los que nadie tiene asuntos qué atender. El proyecto de Ciudad Digital (que a algunos nos parece que es en realidad una gran metida de pata por querer meter las manotas para sacar ganancias rápidas) está estancado a pesar de que se anuncian fondos para financiar un pryecto que más parece barril sin fondo. Por lo que los usuarios de la línea 3 del tren ligero, en caso de que se terminara hoy mismo, no tendrían razón para ir a la zona. Habría que ver si para el 2018 ya se pusieron de acuerdo funcionarios, caciques y habitantes para que en esa zona desértica y carente de servicios y con muy escasa vida social de los peatones y clientes potenciales, se genere un avivamiento de la vida social, cultural, diurna y nocturna.
Una de las razones por las que los embotellamientos de la metrópoli no se reducirán es porque lo que ha pasado, tras décadas de carecer de transporte colectivo, es que los habitantes de la ciudad han optado por irse a vivir a los suburbios gracias a la construcción de grandes avenidas que fueron rápidas como seis meses hasta saturarse: las avenidas López Mateos, Mariano Otero, Vallarta, Patria. Y lo que han hecho los constructores es ofrecer más espacio para la venta de automóviles sobre esas avenidas, más estacionamientos en las zonas aledañas, muchos de ellos gratuitos (fuera de algún eventual franelero o centro comercial que cobran una bicoca por el estacionamiento relativamente seguro de nuestras carcachas o de los flamantes autos de quienes hacen obra pública y se embolsan dineros para sus bolsillos privados). Además, los constructores y fraccionadores han ofrecido viviendas con cochera como un atractivo más de trasladarse a los suburbios. Al fin que los terrenos son más baratos y el chiste será que los nuevos residentes tendrán, gracias a los préstamos hipotecarios aprobados y hasta pre-aprobados, para cambiarse de casa, de auto, y de hora de levantarse para alcanzar a llegar a sus ahora más lejanos trabajos y escuelas.


Las obras de la línea tres del tren ligero han logrado deprimir lo suficiente el centro de la ciudad y buena parte del trayecto entre Zapopan y Guadalajara, como para que muchos de sus habitantes opten por salir de la zona. Ello generará que bajen los precios de las rentas y ventas de departamentos, casas, terrenos y locales comerciales. Un proceso similar se dará en la parte de la ruta que va hacia Tlaquepaque. Pero eso no hará que se reduzcan los embotellamientos, pues la gente seguirá trasladándose en automóvil particular para llegar a su destinos habituales o a los nuevos destinos que las obras y sus desvro ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽tear para llegar a su destinos habituales o a los nuevos destinos que las obras les han tra Guadalajar, como para que íos les han traído en suerte. Pero, además se seguirán generando embotellamientos porque las avenidas en las que se concentran actualmente se descongestionarán relativamente para (siendo optimostas y poniendo cara de crédulos) el 2018, lo que representará un nuevo auge para los vendedores de automóviles que diariamente generan estratagemas mercadotécnicos para convencernos de que nos conviene utilizar autos particulares en vez de transporte colectivo. Y los choferes de los autobuses y de los taxis, hacen su contribución con su trato amable y cordial para que la gente decida mejor ir solo que mal acompañados o mal guiados, mejor solos que zarandeados o en rutas cuyas unidades tardan mucho en llegar a las estaciones en donde se las espera y mucho para que sus pasajeros lleguen a sus destinos.

En pocas palabras, los embotellamientos en la metrópoi tapatía seguirán en apogeo mientras sigan las obras del tren ligero, a falta de certiodumbre en el transporte colectivo en las zonas de las obras. Y seguirán después porque se reabrirán las avenidas que en la actualidad no permiten la circulación de vehículos y eso dejará aparentes espacios para una circulación más fluida de los vehículos de motor. Para luego volver a saturarse porque muchos usuarios potenciales del tren ligero tendrn que otros les señalen sus destinos, odel copiloto. Y son pcos losonfropias obras del ttren, sepercibirue sus pasajeros lleguenán temor de bajarse en zonas que, una vez deprimidas por las propias obras del tren, se percibirán como hostiles, temibles y oscuras; así que pocos querrán usar el tren y bajar o subir en estaciones de cuyos entornos desconfían. Para recurrir al uso de automóviles particulares.
Lo malo de que se usen automóviles particulares es que cada quien quiere manejar, o al menos conducir desde el asiento del copiloto. Y son pocos los choferes que aceptarán que otros les señalen sus destinos, o desviarse para dejar a algún compañero de escuela o de trabajo. No tenemos noticia de que hayan funcinado los esquemas de comprtir automóvil entre vecinos o compañeros de trabajo y estudi, en parte porque son pocos los que están dispuestos a compartir los costos, las rutas, los compromisos. ¿Conoces a alguien que pague su parte proporcional en el desgaste del vehículo completa, y que no pague de menos ni de más? ¿Conoces a alguien que llegue a un punto acordado de encuentro a la hora acordada? En parte, muchos habitantes de esta metrópoli son impuntuales porque se transportan en unidades poco confiables, como los autobuses, así que su colegas que tienen automóvil difícilmente se comprometerán a esperarlos para ir al trabajo, aunque quizá sí lo harían a la salida y de regreso a sus domicilios particulares.
Es sintomático que casi todos estaríamos dispuestos a que los demás utilizaran el transporte público para que no dejen las avenidas libres para circular con nuestros vehículos (http://www.theonion.com/article/report-98-percent-of-us-commuters-favor-public-tra-1434) , como señaló una publicación satírica estadounidense, pero son pocos los que estarían dispuestos a cambiar sus hábitos de traslado. Digamos para usar transporte colectivo, o caminar o pedalear en una bicicleta, en vez de usar el muy costoso vehículo particular o familiar.
En buena parte, los embotellamientos se seguirán suscitando gracias a que nos dan miedo nuestros propios barrios o los barrios en los que se sitúan algunas otras de nuestras actividades. No caminamos por las banquetas porque están chuecas, oscuras o invadidas por vendedores relativamente fijos aunque les llamemos ambulantes. Los puestos de tacos, de tamales, de bisutería y de películas pirata surten a los usuarios de los transportes colectivos y a buena parte de los oficinistas de las zonas en las que se ubican. Son estorbosos y a la vez hay quienes se quejan y los patrocinan. Estorban para estacionar el auto pero unos segundos después los automovilistas se convierten en clientes, al igual que lo hacen de los estacionamientos sobre las aceras.
Habrá más embotellamientos porque en los negocios hay estacionamiento para los clientes, así que muchos que podrían ir caminando desde sus casa o trabajos, que se ubican en el mismo barrio, deciden llegar “de pasada” pues cuentan con que habrá espacio para sus vehículos. Y eso genera una larga filla de automóviles mientras el cliente-vecino se estaciona o sale del estacionamiento del negocio local. Y habrá embotellamientos porque en esta metrópoli hay constantes inundaciones debido a la gran cantidad de pavimento que estorba la absorción del agua de lluvia, a las coladeras de un colector enorme y que se tapan gracias a la basura que arrojan los usuarios de vehiculos de motor, de transporte colectivo, los peatones y todos los demás. Mientras bajan los niveles de agua, los automovilistas reducen la velocidad para no arruinar sus motores y detener aun más el ya insufrible tráfico.
Habrá que recordar, además, que las líneas 1 y 2 del tren ligero estuvieron sub-utilizadas una buena cantidad de años, en parte porque las obras que llevaron a su conclusión dividieron muchos barrios (como la colonia del Fresno y buena parte del centro de Guadalajara cuando las calles Moro-Escobedo y las construcciones intermedias se convirtieron primero en escombro, luego en un tunel y luego en la avenida Federalismo, que se continuó en Colón (el antiguo Camino Real de Colima). Y la gente tuvo que abandonar muchas de sus costumbres barriales, como la de caminar para cruzar la avenida Colón, para usar sus vehículos de motor para pasar al otro lado de la vía del tren.
Ya que nos hemos desacostumbrado a caminar, ni siquiera a la tienda, a la iglesia, a la escuela, nos hemos tornado desconfiados de quien camina o anda en bicicleta. Nos da por cree que caminar es peligroso para quien practica esa actividad y que quien practica esa actividad ha de ser un potencial asaltante, violador o al menos algún desclasado de la metrópoli. Así que los automovilistas seguirán desplazándose en sus vehículos, los que luego renovarán, permitiendo que otros manejen los vehículos viejos; los usuarios del transporte colectivo seguirán siendo los muchos que no tienen otra alternativa que levantarse tempranísimo o llegar tarde y seguirán siendo pocos los que puedan darse “el lujo” de caminar o pedalear a sus anchas y con adecuados márgenes de tiempo para llegar a una ciudad presionada por la pérdida de tiempo y el estrés de llegar relativamente puntuales.
Elevado o deprimido, lo cierto es que el tren ligero se ha vuelto una carga pesada para el flujo vehicular; pero tampoco logrará la solución de la movilidad urbana cuando las condiciones bajo las que se planeó se hayan modificado…en buena parte gracias a la alteración que han generado las obras de esta nueva línea.
Faltaría que estas obras dieran lugar y oportunidad a obras complementarias como plazas, áreas comerciales, parques, en los que no pudieran entrar los automóviles, para que las estaciones de la nueva línea resulten atractivas y no meros lugares de abordaje y descenso de pasajeros con pocas posibilidades de convertirse en habitantes.






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