viernes, 10 de julio de 2015

Peregrinaciones, romerías, santuarios…y basura

Según reza el título del libro de Vania Salles y José Manuel Valenzuela, En muchos lugares y todos los días, la religiosidad popular se expresa continuamente. En ciudades cercanas a los santuarios, o en las fechas de visita de las imágenes en nuestros barrios de residencia o de trabajo es frecuente que encontremos algunos vestigios de que habrá algún acto religios relacionado con las visitas de esas imágenes religiosas. Antes de la visita, es común encontrar decorados de un lado al otro de la calle. Y después, es común encontrar basura y desechos.
            A pesar del llamado reciente del Papa Francisco a no llenar de desechos nuestro planeta (Laudatio si), los creyentes y seguidores de las imágenes se llenan de fervor religioso y a su paso dejan lleno de basura los caminos por los que transitan. Quienes hemos realizado trabajo de campo en torno a las peregrinaciones, santuarios o romerías, nos encontranmos no sólo con que los peregrinos, romeros o visitantes de los santuarios y seguidores de las imágenes devocionales parecen olvidarse de que, aunque les pidan favores a los poderes divinos, realmente no hay poder humano no supranatural que sea capaz de recoger tanta inmundicia acumulada a las orillas de los trayectos de los creyentes.
Parecería, o más bien, es notable que los devotos de determinadas imágenes de Jesús (niño o crucificado), de la virgen o de algunos santos, no creen en la posibilidad de dejar inmaculados los lugares por los que pasan. Mientras más fervor, más ruido, más basura y más descuido dejan a su paso.
Uno de mis tíos, alteño oriundo de Encarnación de Díaz (pueblo conocido como “La Chona”), expresaba su alarma ante los peregrinos que se dirigían a San Juan de Los Lagos a la que aunaba su experiencia de haber residido cerca del santuario de la Virgen de Guadalupe cerca del cerro del Tepeyac: “¡pura caca!”, exclamaba cada vez que alguien le mencionaba la cercanía en el tiempo de alguna peregrinación o o la cercanía espacial de algún santuario.
Aparte de la eludida responsabilidad de cada uno de los devotos de las imágenes religiosas, cabría pensar en las responsabilidades que corresponden a otras personas y autoridades eclesiales o laicas: ¿quién debe hacerse cargo de establecer líneas de acción en torno a los desechos que los creyentes dejan con disimulo mientras expresan con fervor su gran devoción por los poderes milagrosos de santos, vírgenes y Jesús? Mientras que, por una parte, podemos esxhortar a que cada peregrino lleve consigo alimentos en empaques no contaminantes, no podemos esperar que cada uno de ellos sea tan consciente como para transportar todo lo que desecha hasta las puertas del santuario al que se dirige. ¿Quién puede hacerse cargo de recibir, clasificar, reciclar o disponer adecuadamente de los desechos que dejan los creyentes? Mientras que hay quienes se encargan de atender a los peregrinos en sus trayectos, proporcionándoles, con o sin emolumentos a cambio, burritas (bastones), burritos (tacos de tortilla de trigo), dulces, fruta, agua, helados, lonches, es poco frecuente observar que haya un equipo encargado de recolectar los desechos de los peregrinos, de los romeros y de los visitantes de los sanbtuarios.
Fuera de los consabidos letreros que rezan: “respeta la casa de Dios y no hagas aquí tus necesidades” que están ubicados en los muros y sobre todo en los rincones exteriores de los templos, no es fácil encontrar indicios de un programa de manejo de desechos. Aun cuando hay programas, a los que la iglesia suele llamar “pastorales” de determinados temas (migrantes, familia, jóvenes, por ejemplo), no he sabido que exista una Pastoral de la limpieza del planeta, al que Francisco papa denomina a la vez como madre y como hermana (al estilo de Francisco de Asís, de quien toma prestado el nombre). ¿Es responsabilidad de los ayuntamientos de cada municipio el recoger la basura que dejan los feligreses a cargo de quienes son y quienes no son creyentes? ¿Es responsabilidad “del gobierno” (así, en general y a la vez en indefinido margen) poner botes de basura, regañar creyentes de los que sufren y de los que no tanto, barrer y lavar después de la expresión de fervor populoso y popular?
Sabemos que buena parte de la basura es un producto del desarrollo: sin los productos industriales derivados del petróleo (bolsas y botellas de plástico) o de la minería y la fundición (latas, tapas de metal, corcholatas ya sin corcho) sería difícil conservar y transportar muchos de los productos que consumimos y que luego nos consumen de gordura y otros males, mientras nos consume la fe que expresamos por los santos de nuestras devociones. Pero la basura y muchos de los desechos que nos rodean son parte de los males del desarrollo: aguas negras y contaminadas; escasez de aguas potables; aire contaminado, contaminación visual y auditiva, son parte de lo que rodea a los festejos, santuarios, peregrinaciones, romerías, devociones.
Además de los consabidos carteristas que suelen acompañar a muchas de las romerías, como la muy famosa de la Virgen de Zapopan, ¿no podríamos establecer otros tipos de “compañeros” encargados de recoger, clasificar y dar cristiana disposición a lso desechos de los peregrinos? ¿qué tal si de una vez esteblecemos algunos reglamentos y encargados de vigilarlos que se aseguren de reducir la contaminación visual, del aire y auditiva que se desprende de los tronantes, humosos y alarmantes cohetes, bandas, radios, mariachis, que viven gracias a la virgen y de sus peregrinaciones y romerías?
Como bien sabemos, la romería de “la generala” sirve de pretexto para el general desasosiego, tanto durante las visitas a los altares barriales como en la llevada desde Guadalajara o la traída a Zapopan, según sea la perspectiva o el origen de quien habla de ese fenómeno de religiosidad popular. ¿Tenemos ya alguna medida relativamente institucionalizada por parte de la iglesia católica, de los ayuntamientos y de la secretaría de salud del estado de Jalisco para evitar que la gente deje “pura caca” y “puro basural” por las calles por las que transitarán. En parte gracias a las obras de la llamada línea tres del tren ligero, este año 2015 los romeros que acompaEn muchos lictubre  mma que dispondrE killigero cionalizada por parte de la iglesia catas a la virgen y de sus peregrinaciones yñen a la virgen desde la catedral de Guadalajara hasta su santuario en Zapopan caminarán NUEVE kilómetros en vez de los habituales SIETE kilómetros.

No sé si haya que agradecer que caminarán más y serán más sanos, además de ser salvos gracias a su fe. Pero la verdad sí es una señal de alarma el hecho de que el próximo 12 de octubre dispondrán de dos mil metros más para dejar basura a su paso.

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